En India, un nuevo auge del inglés

En India, un nuevo auge del inglés

PATNA, India. Pareció un cambio de carrera poco ortodoxo, incluso arriesgado, cuando Birbal Jha, entonces de 21 años y con un título en economía, inauguró el British Lingua, un centro de enseñanza del inglés, hace 10 años. Sólo había otro instituto de inglés en esta ciudad en Bihar, un estado que es el centro del nacionalismo hindú.

Hoy en día, hay unos 150 centros similares, y sus anuncios pelean por el espacio a lo largo de Ashok Rajpath, la calle principal aquí. El Language Lab, Modern Spoken and Written English, BBC English, todos aquí, son una copia de la empresa de Jha llamada British Lingua Center.

Las clases de Jha están llenas de jóvenes varones hindúes que quieren recibir un título universitario o ingresar en el Ejército o la fuerza policial, jóvenes mujeres musulmanas envueltas en hijabs negros que pretenden ingresar en la burocracia, amas de casa que quieren seguir nuevos programas en inglés por televisión y obtener el estatus de angloparlantes.

La mayoría son de clase media o del extremo superior de los pobres. No pertenecen a las grandes masas de los muy pobres de India, quienes aún hablan primordialmente los muchos idiomas regionales del subcontinente, que en algunas formas también están floreciendo. Pero los nuevos angloparlantes tampoco pertenecen a la clase de los pocos indios privilegiados que alguna vez perfeccionaron su inglés en escuelas tipo Eton como una forma de separarse de India.

En la última década, el inglés ha pasado de ser el guardián de la élite a ser una escalera hacia arriba para las masas, o como lo puso el escritor Mark Tully, de «ser el idioma del estatus a ser el idioma de la oportunidad».

Conforme la economía de India se ha abierto al mundo exterior, y conforme el Internet y la televisión han acercado al mundo exterior, el inglés se ha convertido en un pasaporte hacia todo, desde empleos en el campo de la tecnología de la información hasta becas en el extranjero.

«Hoy en día, los jóvenes indios en la nueva clase media piensan en el inglés como una habilidad, como Windows o aprender a redactar una factura», escribió Gurcharan Das en un ensayo en la revista Outlook Magazine en agosto. Muchos mezclan el hindi y el inglés hinglés, se le llama a menudo cambiando a mitad de una oración.

Anjoo Mohun del Consejo Británico en Nueva Delhi, dijo: Como indio, encuentro el cambio más bien curioso. En cierto momento, para nosotros, el inglés era el lenguaje de los colonialistas. Hoy, es el idioma de los negocios internacionales».

O como un industrial, Mukesh Ambani, señaló en una entrevista el año pasado, la maldición británica «se ha convertido en la bendición británica».

Hace más de medio siglo, el movimiento para independizarse del régimen británico también fue un movimiento contra el inglés, aunque los líderes del movimiento se expresaban bastante elocuentemente en ese idioma.

Cuando la constitución india fue redactada en 1949, permitió el uso del inglés en las labores gubernamentales hasta que el hindi pudiera abrirse paso, un periodo que debía ser de 15 años. Cincuenta y cinco años después, eso realmente nunca ha sucedido, y no sólo en lo que se refiere a fallos judiciales, archivos burocráticos y otros discursos oficiales.

En parte, eso es porque los estados del sur, donde cientos de millones de personas hablan idiomas como el tamil, el telagu y el malayalam, rechazaron los esfuerzos para imponer el hindi, considerándolo una fuerza tan colonizadora como el inglés. Las clases superiores de India, mientras tanto, que en ocasiones parecen haber tomado la estafeta donde la dejaron los británicos, con sirvientes que hablan «saheb», nunca renunciaron al inglés. Muchos aún se resisten a aprender algún idioma indio, profesando orgullosamente su ineptitud en el hindi.

Emprendedores como Jha, un brahmin cuyo inglés mezcla un acento biharí y estadounidense, también han ayudado a avivar las aspiraciones de los indios ambiciosos. Los CD ROMs de su compañía juegan con los sueños de volar, introduciendo nombres de ciudades estadounidenses, y luego llevan a los usuarios a través de los trámites al llegar a Estados Unidos: inmigración, la ventanilla de cambio de divisas, etcétera.

Como la mayoría de las escuelas gubernamentales aún enseñan en hindi o idiomas regionales, el impulso por el inglés está cambiando el sistema educacional, provocando un enorme crecimiento en las escuelas privadas que enseñan el inglés, e incluso llevando a algunos estados a introducirlo como el medio de instrucción en las escuelas gubernamentales. Estados como Bengala Occidental, que desafiantemente prohibió el inglés hace décadas, ahora lo ha invitado a regresar.

James Tooley, profesor de la Universidad de Newcastle en Inglaterra que ha estudiado el crecimiento de las escuelas privadas en los barrios pobres de Hyderabad, Indonesia, dijo que las entrevistas con los padres sugirieron que el deseo del inglés como el idioma de instrucción fue por mucho la razón de que buscaran esas escuelas. «Ha perdido todas sus connotaciones con el Raj británico», dijo. «Es visto como el idioma de los empleos, del progreso».

En Bihar, un estado pobre donde la mayoría de la gente parece ansiosa de partir, el inglés es visto como un boleto de ida. En Hyderabad (o Cyderabad, como se le conoce en su calidad de centro de tecnología de la información), el inglés es visto como una forma de encontrar empleo en el creciente número de centros de atención telefónica que tratan con estadounidenses, señaló Tooley.

Paradójicamente, la aceleración del inglés ha sido presidida por un gobierno encabezado por nacionalistas hindúes. Pese a intentos simbólicos de revertir la ola (la «necesiad del momento es renunciar al afecto innecesario por el inglés», proclamó recientemente un funcionario gubernamental), incluso los nacionalistas hindúes ya no hacen mucho ruido por el inglés.

«El hindi tiene importancia política, el inglés tiene importancia económica, y el estatus va con la economía», dijo Krishna Kumar, profesor del departamento de educación en la Universidad de Nueva Delhi.

Los esfuerzos oficiales para promover el hindi se concentran en el Departamento del Idioma Oficial en el Ministerio de Asuntos Internos, que tiene 85 burócratas en Nueva Delhi y 1,500 en todo el país. Su propósito era ayudar al hindi a reemplazar al inglés como idioma del trabajo gubernamental, en parte enseñando el hindi a los servidores públicos.

«No pienso que esto haya pasado jamás», admitió M.L. Gupta, secretario del departamento. «Pero si se quiere comprender a la India real, se tiene que usar el hindi».

Eso es porque, pese a todos los Jha, la mayoría de los indios, que viven en aldeas y en la pobreza, aún no tienen acceso a la educación en inglés. La élite ha crecido y se ha vuelto más elástica, pero sigue siendo la élite.

«Si uno sabe inglés, es un pasaporte al éxito, la entrada a un círculo», dijo Yogendra Yadav, un respetado científico político. «Su ausencia es garantía de fracaso».

Yadav lo llamó «apartheid lingüístico», argumentando que ninguna élite había vuelto tan completamente su espalda a los idiomas nativos de su país como la de India. El resultado, dijo, es que muchos debates importantes nunca llegan a las masas porque tienen lugar sólo en inglés.

Pero nadie está desechando el hindi todavía, ni el gujarati, el marathi o los otros idiomas regionales, no menos porque siguen siendo el idioma de casa y del bazaar, y en muchos casos, de la literatura. El hindi es hablado por unos 300 millones de personas según la mayoría de las estimaciones, lo que lo pone entre los idiomas más hablados del mundo.

La proliferación de canales noticiosos en hindi (ahora hay ocho), el éxito de las películas de Bollywood, incluso el crecimiento de una clase media que habla hindi, han dado al idioma un alcance nacional, y natural, como nunca antes.

Y el hindi propagado a través de la cultura y los medios es una forma mucho más terrenal, dijo Kumar, más cercana a lo que la gente habla que la versión en sánscrito oficialmente promovida.

«El mercado ha llegado al rescate de la espontaneidad la variedad del hindi», dijo Kumar.

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