Pedernales, en la zona fronteriza, está convertido en un pueblo fantasma a raíz de la estampida de los migrantes haitianos acosados por un grupo de personas indignadas por el asesinato de los esposos Neida Urbáez y Julio Reyes Pérez a manos de dos hermanos de la vecina nación, en la comunidad de Las Mercedes.
El grito de los grandes y pequeños comerciantes es el mismo: las ventas han bajado a menos de un 20% en las últimas semanas, debido a la ausencia de los migrantes haitianos, quienes movilizan la economía de la zona.
Manuel Rufino Medina, de la Asociación de Pescadores de Pedernales, expresó que en la localidad no hay de nada, ya que la población depende del intercambio comercial entre dominicanos y haitianos.
Advierte que aunque se tomen otras medidas para cambiar la economía no será por el momento, mientras la población no encuentra qué hacer para seguir viviendo.
Sostuvo que hasta la venta de pescados está por el suelo ya que no hay dinero porque la gente no tiene dinero para comprar.
“Aquí los comerciantes, todo el que vende productos comestibles, arroz, habichuelas, aceites, productos enlatados, supermercados, dependen de los haitianos; hasta los que venden cervezas”, precisa.
Teme que dentro de poco se desate en la localidad una ola de delincuencia, debido a la falta de fuentes de trabajo, ya que algunos negocios han comenzado a cerrar sus puertas.
Señala que la mayor fuente de empleos en el lugar es en la zona franca, que ya anunció el cierre para la próxima semana, donde más de 500 personas perderán su fuente de sustentación.
Carmen Ledesma, encargada de la Farmacia Pedernales, en la calle Duarte, lanzó el grito el cielo, debido a la baja estrepitosa en la venta de medicamentos.
“Casi no hay venta porque aunque los haitianos no sean los mayores compradores de medicamentos, pero con el intercambio generan recursos”, explicó.
Detallistas. Luis Osiris Martínez, presidente de la Asociación de Comerciantes Detallistas de Pedernales, clama al Gobierno para que acuda en auxilio de la provincia, ya que se ha convertido en un pueblo fantasma.
Advierte que Pedernales necesita del intercambio comercial y personal con los haitianos, lo mismo que quienes habitan al otro lado de la frontera.
Asegura que las ventas han caído en más de un 80% a raíz de los incidentes provocados por el asesinato de la pareja de esposos que generó la salida masiva de los inmigrantes.
Hermanos inseperables. La situación se refleja en el Mercado Público, donde los puestos lucen con mercancías pero desiertos de clientes, que básicamente proceden del otro lado de la frontera. “Es que ellos comen de nosotros como nosotros de ellos, somos dos hermanos que no podemos separarnos”, fue la expresión de María Cuevas, dueña de un puesto de vegetales en el mercado.
Las autoridades. El ministro de Defensa, teniente general Rubén Darío Paulino Sem; el procurador general de la República, Jean Alain Rodríguez; y el director de la Policía Nacional, Ney Aldrín Batista, fueron ayer a Pedernales y le presentaron a las autoridades locales el Plan de Frontera.
Paulino Sem informó que en el plan intervienen varias agencias del Gobierno, como los ministerios de Defensa, de Relaciones Exteriores, de Interior y Policía, de Salud Pública y de Agricultura. También la Dirección General de Migración, la Dirección General de Aduanas, Desarrollo Fronterizo y la Procuraduría General de la República, entre otros actores.
En el encuentro, el procurador Jean Alain Rodríguez informó que ayer tramitó oficialmente a Haití la solicitud, vía Relaciones Exteriores, para que regrese a RD a los responsables del crimen contra Julio Reyes Matos y Neyda Miladis Urbáez Félix. La pareja fue asesinada por los hermanos Luis y Francisco Bom, quienes huyeron hacia el otro lado de la frontera.
De su lado, el alcalde de Pedernales, Luis Félix Matos (Minguito), informó que el Concejo de Regidores mantiene la resolución de prohibir este viernes el Mercado Binacional, por dos semana consecutivas, como medida de prevención ante posibles enfrentamientos.
Durante el día de ayer los helicópteros sobrevolaban la zona fronteriza, mientras en tierra los militares se mantenían vigilando, sobre todo en los alrededores del puesto fronterizo.