Si a un historiador le dieran el encargo de explicar la crisis de deuda de Puerto Rico, acudiría a los documentos históricos que la definen como colonia de Estados Unidos desde hace 119 años. Para dar su explicación miraría muy atrás apoyándose, además, en la causalidad histórica.
Con su capacidad de síntesis diría que el estado actual de las finanzas, economía y sociedad de Cuba, República Dominicana y Puerto Rico, puede explicarse a través del sistema de plantación cañera y la fabricación de azúcar.
Cuando Estados Unidos intervino en la Guerra de Independencia Cubana en 1898, demostró que era la potencia dominante en el Caribe. España, luego de la derrota, renuncia a su soberanía sobre Cuba y cede a Puerto Rico. La ocupación estadounidense temporal en Cuba y permanente en Puerto Rico, donde aplicó el rígido modelo colonial que aún se mantiene.
Se inició con el dominio absoluto de la zafra azucarera por cuatro corporaciones estadounidenses. El general Roy Stones de las tropas desembarcadas en la Isla compra la hacienda Aguirre. Henry Ford y Francis Dumaresq ponen en marcha la Central Aguirre en 1900. Inversionistas norteamericanos instalan la Central Fajardo Sugar Company en 1905. Y banqueros de New York de origen alemán se asocian a locales para fundar la South Puerto Rico Sugar Company y fomentar la Central Guánica. Corporación que en 1912 se instala en República Dominicana, donde compra tierras para sembrar y cosechar caña que muele en el Guánica, y a partir de 1916 en el Central Romana.
El historiador especializado continuaría su relato diciendo que el precio de las tierras se desplomó, cuando se devaluó convenientemente la tasa de cambio para sustituir el peso por el dólar. Las corporaciones azucareras compraron barato grandes extensiones de tierras para sus plantaciones cañeras.
Como Cuba antes de Fidel, mientras Puerto Rico exportó azúcar a Estados Unidos con ventajas arancelarias, la actividad soportó la economía, se mantuvo durante tres cuartos del siglo XX. Al desaparecer el margen, agoniza y muere la plantación de caña y fabricación de azúcar, desestabilizando la economía general, proceso que se inicia en la década de 1990.
Agregaría que la pasividad de los pobres y el desinterés por el sindicalismo lo explican el subsidio recibido y porque han podido emigrar al continente. Los que dejaron la Isla se contabilizaron en 5.4 millones antes del Ciclón María y 150 mil después del fenómeno natural. Está despoblada, apenas supera 3 millones de habitantes.
Sería fulminante la conclusión del historiador. El colonialismo de Puerto Rico está totalmente agotado, lo pusieron en evidencia la crisis de deuda y el huracán María. Aunque en 1952 fue declarado Estado Libre Asociado, no puede declararse en quiebra para que el Gobierno federal asuma su excesivo endeudamiento.
Tiene el juego trancado. Con la población escapando al continente y bajo los estrictos patrones históricos establecidos por el Congreso estadounidense, no puede enfrentar con éxito una crisis como la de deuda, consustancial a la segunda globalización mundial. Le llegó el tiempo para decidir entre un Estado más de la Unión o procurar su plena soberanía política y financiera, que la aleje del paternalismo que le ha impedido definir su identidad nacional.