El director, actor, dramaturgo y catedrático Haffe Serulle cumple 50 años de vida teatral, activo, constante y sin bajarse del escenario ni para ir al baño. Su más reciente producción dramática, de muchas que ha creado, fue “Los signos de la carne”, una propuesta diferente que deja en el espectador un mensaje sobre la problemática social, la violencia intrafamiliar y el incesto. Una constante de este gran intelectual es plasmar en casi todas las obras de teatro, novelas, poesías y cuentos, las injusticias, la iniquidad, la desigualdad de la sociedad. Tal es su obra, que yo la considero su máxima expresión creativa, “Prostitución en la casa de Dios”. El teatro de Haffe es inconfundible e irreverente, desde crear los personajes hasta los temas que trata, las historias con sentido lógico y cómo lo presenta al público, hasta la sala no convencional que exhibe todas sus creaciones. El dos veces Premio Nacional de Teatro estudió Dirección e Interpretación Teatral en la Real Escuela Superior de Arte Dramático de Madrid. A los 19 años estrena su primera pieza “Bianco, su señor”. De ahí en adelante ha escrito, entre tantas, “Un sueño azul para morir”, “Piromancia”, “De arriba abajo”, “La residencia”, “Bachata ante mortem”. De regreso al país creó el famoso grupo de teatro de la UASD que tanta agua dio de beber durante los doce años de Balaguer.