El Partido de la Liberación Dominicana (PLD), en el poder por más tiempo del que regularmente toleramos los dominicanos, tan dicharacheros, emotivos y superficiales, como volubles, confronta hoy por hoy su más crucial encrucijada por el pulseo de supremacía entre los dos más connotados líderes morados, el presidente Danilo Medina y el tres veces presidente Leonel Fernández.
El país recuerda a un Leonel Fernández transformador del entorno citadino de Santo Domingo, con sus pasos de niveles que tantos recursos de combustibles y tiempo ha ahorrado, y su línea del Metro, para conformar la visión de estudiante newyorkino de un Nueva York Chiquito.
La visión de Leonel Fernández, persona de innegable cultura y soporte de periodistas, escritores y artistas, ampliando las relaciones internacionales, restableciendo las de Cuba y estrenando con la Autoridad Nacional Palestina (ANP), crisálida del inexorable Estado Palestino, dos iniciativas de gran valor personal, y como gobernante, y tarjetas de Solidaridad a medio millón de carenciados.
Contrapartida del presidente Medina, ampliación como nunca de la educación; programa Visitas Sorpresa; titulación a más de cinco mil parceleros del IAD, ahora sujetos de créditos en la banca privada, dos iniciativas que enardecen la euforia campesina, como preservación y ampliación de tarjetas de Solidaridad, que estrenó Leonel
El último sondeo de Mark Penn divulgado el 19 de este mes, señala que entre las preferencias presidenciales 2020, Leonel dispone de un 32%, y que si las elecciones fuesen hoy, Leonel tendría un 37% contra 25% de Luis Abinader.
Sin la inclusión de Leonel, sea como candidato o consensuando con el presidente Medina otra opción, sin excluirlo del certamen de alguna manera, el PLD podría ser desbancado del poder, porque Leonel, fuera del poder, es un poder, coyuntura que el presidente Medina no debiera regatear ni ignorar.