Enseñanzas de un proceso electoral atípico

Enseñanzas de un proceso electoral atípico

A ocho días de la contienda electoral, la ciudadanía percibe que de la misma se desprenden muchas enseñanzas. Ellas son muy aleccionadoras para enmendar estrategias y conductas de la actividad política. Tales enseñanzas serán vitales para impulsar e incentivar un cambio de rumbo de lo que ha sido hasta ahora el desenvolvimiento de la actividad política.
Se puede afirmar, pese al lastre que arrastra la clase política en su afán de satisfacer sus ansias de enriquecimiento con el dinero del Estado y las contribuciones de los simpatizantes que esperan una compensación cuando se llegue al poder, ha ido surgiendo una nueva clase política con nuevas metas y mucho menos corrupta.
El pueblo dominicano fue testigo el pasado 18 de abril de un encuentro de siete de los ocho candidatos presidenciales. No participó el candidato oficialista de la reelección, pero mantuvieron un dinámico conversatorio bien llevado por los moderadores. Los candidatos expusieron sus planes de Gobierno en sus diversos aspectos sobre los cuales fueron cuestionados. Para algunos televidentes fue un simple ejercicio del bla, bla ya que no estuvo presente la principal figura del panorama político y sobre el cual es que recaen todas las miradas por su sólida posición cimera en las encuestas.
Ese encuentro de los candidatos presidenciales para las elecciones del 15 de mayo constituyó una novedad. Es algo muy importante para el futuro político del país. Fue una muestra de madurez política incipiente en que ya no figura como un baldón negativo la sombra de la corrupción. Esta siempre acompañaba las acciones de quienes aspiraban a la presidencia. El país vio que a ese nivel de dirigencia política existen ciudadanos preocupados por el país y están dedicados a la política, sin los graves señalamientos que han arrastrado los que se dedican a esa actividad. Esto no ocurre en el sector oficialista.
Al llegar a la semana final de la campaña, los dominicanos nos sentimos saturados por las atosigantes caravanas del partido oficialista para vender las bondades de sus diversos candidatos, y en particular de su presidente, que se conserva en una sólida posición cimera en todas las encuestas. Ya aquellas concentraciones de masas de cierre de campaña del pasado son historia. Ahora se prefiere quemar combustible en largas caravanas con la exhibición de decenas de vehículos utilitarios muy modernos.
Además, y como una novedad de campaña, se acompañan las caravanas oficiales con un grupo de hermosas jóvenes, que en un baile insinuante, atraen la mirada del sexo masculino para que permanezcan en la actividad. La vista masculina se alimenta con el morbo de tener de frente a un cuerpo joven que por la música y la energía que impulsa el baile de la misma que destila la adrenalina de la efervescencia política. Eso es un imán para retener a quienes se aburrirían viendo tan solo pasar el desfile de jeepetas decoradas para la ocasión.
Las promesas electorales continúan siendo mas de lo mismo. Nada novedoso han podido ofrecerle los candidatos opositores al oficialismo al electorado. Este ya está acostumbrado a votar por los candidatos que le ofrecen más promesas y con más regalos.
Es que ahora ha ocurrido un desborde masivo del oficialismo en la búsqueda de consolidar la reelección. Y que la oposición, con escasos recursos, se encuentra con las manos atadas para contrarrestar la fiera y densa promoción del partido oficial y sus aliados.
Se habló de que los reformistas iban a hacer uso de sus cuantiosos recursos que por ley les corresponde, al igual que al PRD y al PLD, y por estar aliados a los perremeístas iba a ocurrir un desborde colorao. Este no se ha visto hacia su socio, ya que a estos se les ve, en esta semana final, rascándose con las uñas cada vez que presentan algún impactante spot publicitario que le hace roncha al PLD.
La única lección que queda de todo este proceso electoral es de que los reformistas embaucaron a los perremeistas para asegurar su categoría de partido santificado por la JCE. Y la aspiración es que los perremeístas voten en la casilla 3 para asegurar su sobrevivencia y no que lo hagan por la número 15 donde está anclado el candidato del PRM. La campaña que despliega el PRM es soslayando hábilmente el acuerdo con la casilla 3.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas