Entendimiento reformista para mejorar la democracia

Entendimiento reformista para mejorar la democracia

Los reformistas tenemos la responsabilidad de entendernos internamente para perfeccionar la democracia dominicana, haciéndola firmemente sostenible así como eficaz y eficiente, social y económicamente; honrando así el predicamento de Balaguer: “mi mayor legado a la democracia dominicana es el PRSC”.

Si bien nuestra democracia no está en peligro inminente, su capacidad para propiciar economía de satisfacción de necesidades sociales y generar puestos de trabajo para combatir la pobreza, así como el deterioro del sistema de partidos, pueden hacerla insostenible.

Para encarar esa insostenibilidad, el PRSC tiene que honrar aquella sentencia de Balaguer en San Cristóbal: “la democracia dominicana es mejor con un PRSC fuerte”.

Ello requiere superar individualismos predominantes sustentados en liderazgos autoproclamados, fraccionamiento grupal, orfandad y acefalía partidaria, ausencia de conciencia y conductas colectivas, abandono de comportamientos institucionales, alejamiento de nuestros credos y de nuestras consignas y experiencias en gestiones gubernamentales realizadoras,

Requiere que el PRSC vuelva a tener organismos que se reúnan para debatir problemas nacionales y formular aportaciones avaladas en nuestras ideologías y experiencias: disciplina fiscal, ahorro interno, inversiones públicas, dignidad en relaciones internacionales, preservación ambiental, defensa de idiosincrasias nacionales, firmeza en relaciones fronterizas.

Requiere analizar ejecutorias gubernamentales y formular propuestas que espoleen al Presidente de la República, evidentemente revestido de buenas intenciones y niveles satisfactorios de endoso ciudadano, hasta coadyuvarlo en el vencimiento de ataduras y timideces que obstaculizan la implementación de sus prioridades debido a negligencias de su administración y/o de funcionarios que responden a otros propósitos.

Requiere un PRSC capaz de adoptar una línea política institucionalmente opositora, coherentemente implementada; distinguiéndola de la disposición de reformistas de colaborar individualmente ante requerimientos gubernamentales, como practicara el Presidente Balaguer durante sus administraciones.

Se necesitan autoridades que convoquen sistemáticamente los órganos del partido, sepan propiciar discusión colectiva hasta adoptar posiciones comunes. Y que las hagan cumplir, evitando pronunciamientos temerarios de pretensiosos e indisciplinados que anarquizan, confunden y desconciertan el electorado reformista. Y que sepan articular y canalizar las preocupaciones de los órganos del Partido, incluyendo sus directorios provinciales y municipales, sobre las particularidades que atañen a sus respectivas jurisdicciones.

Y sobre todo, se necesita llenar vacíos e imperfecciones de representación ciudadana que se avizora en el sistema de partidos que sustenta nuestra democracia, hoy tan altamente expuesta a confrontaciones que han invalidado aquella alusión de Balaguer sobre el PRD, cuando calificaba sus personeros como aquellas aves “judías” que reñían durante todo el día pero se reagrupaban para dormir juntos de noche; alusión hoy ya no válida para el PRD, pero aplicable al PLD, quién sabe hasta cuándo.

 

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