Entre cuando y quizás

Entre cuando y quizás

El escándalo ha servido para el destape, para descubrir pudores que jamás existieron. Es la democratización de la extorsión. El cansancio de la complicidad, sin respuestas ni lance creíble. La reinvención del deshonor con justificaciones, con la excusa de la parte fina de la soga, aunque sea soga. La confusión antojadiza de poderes y responsabilidad. Cuando conviene, viene, cuando no, se apuesta al uno e indivisible, al omnipotente que legisla, falla, ordena y calla.

Así no. Contribuir con la distorsión, detener cualquier posibilidad de transformación, con expresiones que signan el quehacer público desde el 1961, no se vale. El “más de lo mismo”, “mañana se olvida”, es bandera frívola del oportunismo, de la voracidad en reposo. La minoría de la minoría sabe cómo se bate el cobre. Usa el martillo y pega fuerte hasta que convence, gracias a una retórica emocional que enciende y atiza. Confunde época y maldad, regatea, imputa, pacta.

Cualquier atisbo de solución perturba, más si está al margen de esa agenda redactada con caligrafía imperial y traducción urgente. Cualquier embate indigna, cuando ocurre sin previa consulta a esos mandarines autoritarios y avant garde. Prestos para el azuce de esquina, perezosos para el reconocimiento y menos cuando la apuesta electoral ofusca. Su actitud luce más bolero que otra cosa, un cuándo y quizás de vellonera. Demeritar cualquier intento, reivindicar autores de prevaricación, como si el consentimiento estuviera viciado, es desacertado y mendaz.

La reacción de los agentes de la PN, contra los ciudadanos que descubrieron en la OISOE un lema, fue decadente. Abuso de poder. Pantomima autoritaria de una macana de museo. La represiva y grotesca actuación, en las inmediaciones del Palacio Nacional, el martes pasado, merece el repudio colectivo. Empero, atribuir la orden y el disfrute, al presidente de la República es ardid perverso, aunque en demasía conveniente. Del mismo modo, aunar esfuerzos para defender el derecho de una ciudadana a disparar en la vía pública, tiene ribetes de absurdo dadaísta. Los más progres, con incidencia mediática avasallante, defienden a la ciudadana y arguyen: porqué a ella y no a otros. La autora, prevalida de su condición de impune, divulgó contenta su hazaña, sin embargo, sus defensores la quieren sin sanción.

Apoyar el inicio de procesos penales contra miembros del Poder Judicial, parece que es señal de connivencia con el crimen. En el vórtice de la degradación de jueces y fiscales, con identidades establecidas y evidencias que podrían convertirse en pruebas, el eco resuena. Quieren a otros. Prefieren a sus escogidos, los demás comprometen demasiado. Y de nuevo las exculpaciones y el patíbulo mediático, esa interrupción consentida, para que ni unos ni otros develen y revelen.

Si la medida de coerción afecta a un sindicalista, supuesto jefe de una asociación de malhechores que ordenaba, desde el 2008, asesinatos de adversarios, intuyen conspiración. La imputación incluye lavado de activos y tráfico de combustibles.
La acusación de proxeneta que afecta a un aspirante a alcalde, con prostíbulo reconocido, es considerada persecución política. Si los ejecutivos de una cementera procuran un pedacito de parque nacional, para optimizar las ganancias y el Ministro de Energía y Minas dice que es improcedente, la conflagración acecha. Difunden que la dictadura persigue la familia de un candidato opositor y sin el menor sonrojo, defienden la ilegalidad.

El argumento pedestre para enfrentar este episodio es la coyuntura electoral. Época de zafra para la impunidad. Prohibido molestar a candidatos y a su entorno. Abuso como el de las macanas es pretender impunidad cuando conviene. Confundir mayorías que no pueden cotejar ni evaluar conceptos técnicos.

Abuso es divulgar errores y lograr simpatías difundiendo mentiras. Sin permitir contradictores y desde la asepsia, el discurso cala, capta, encandila.

Cuándo, cómo, obtener el aval de los representantes de la virtud. Condicionan el apoyo con un quizás, quizás, como la canción. Regatean el aval. Inconformes, inventan defensas, inmolación. Mejor impedir. La contundencia y continuidad de algunos procesos, salpicaría demasiado.

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