«Entre los 100 hombres que me violaron, no podía decir cuál era el padre»

«Entre los 100 hombres que me violaron, no podía decir cuál era el padre»

Carine y su hijo Jean-Pierre, uno de miles de niños nacidos como resultado de violaciones durante el genocidio. Foto: BBC Mundo

Un ruandés de 24 años de edad le contó a la BBC cómo se enteró de las circunstancias de su nacimiento.

Su madre fue violada durante el genocidio ocurrido a lo largo de 100 días en 1994.

Durante la masacre, más de 800.000 personas, la mayoría de la etnia tutsi, fueron asesinadas por miembros de la etnia gobernante, los hutus.

Jean-Pierre* dice que empezó a preguntarse quién era exactamente su padre cuando al final de la escuela primaria recibió un formulario en el que le pedían el nombre de su progenitor, además del de su madre, y él no lo sabía.

*Los nombres del joven y la madre han sido cambiados debido a la vergüenza que sienten las víctimas de violación en Ruanda.

No tener un padre en casa no era raro en Ruanda, por los cientos de miles de personas asesinadas durante el genocidio.

Jean-Pierre había escuchado los cuchicheos de su comunidad, pero tardó años en saber toda la verdad.

La historia, dice con firmeza su madre, Carine, «no es algo que pueda asimilarse rápido».

«(Mi hijo) había escuchado diferente información, chismes. Todos en la comunidad sabían que fui violada. No había nada que pudiera hacer al respecto», cuenta.

«Mi hijo seguía preguntando quién era su padre. Pero entre los 100 hombres o más que me violaron, no podía decir cuál de todos era el padre», explica.

AFP

En abril se cumplieron 25 años del inicio del genocidio que se extendió por 100 días en Ruanda. AFP

Arma de guerra

No se sabe exactamente cuántos niños nacieron como resultado de una violación durante la masacre que se extendió de abril a julio en 1994.

Naciones Unidas está haciendo esfuerzos para poner fin a la violencia sexual relacionada con conflictos: la violación fue usada como arma de guerra de Siria a Colombia y de la República Democrática de Congo a Myanmar en 2018.

Los sobrevivientes compartieron historias en redes sociales con la etiqueta #EndRapeinWar («Alto a las violaciones en la guerra») para conmemorar el día internacional de Naciones Unidas para la eliminación de la violencia sexual en la guerra (19 de junio).

«Muchas veces quise morir»

Al escuchar la historia de Carine, queda claro por qué esperó hasta que su hijo tuviera la edad suficiente para decirle la verdad.

Ella fue una de cientos de miles de mujeres y niñas, principalmente tutsis, que se cree que fueron atacadas sexualmente por vecinos hutu, milicias y soldados.

Cuando la violaron por primera vez, muy joven, el genocidio acababa de comenzar. Durante al asalto todavía estaba sangrando por dos heridas de machete en ambos lados de la cara, que hasta hoy le dificultan comer y hablar.

Sus agresores, personas que alguna vez habían sido parte de su misma comunidad, la habían arrastrado hasta el borde de un pozo donde estaban tirando los cuerpos de los hombres, mujeres y niños que acababan de asesinar en una escuela.

A pesar de sus heridas, a pesar del dolor, Carine no quería morir.

Tampoco quería morir cuando un grupo de soldados la asaltó sexualmente con pequeñaramas y palos unas horas más tarde, causándole daños inimaginables.

Solo cuando otro grupo la atacó, mordiéndola por todo el cuerpo, decidió que ya no quería vivir.

«(Ahí fue que) quise morir pronto. Muchas veces quise morir», cuenta.

«No sentía amor»

Pero su terrible experiencia apenas había comenzado: el hospital que intentó salvar su vida fue rápidamente invadido por la milicia hutu.

«No podía escapar. No podía irme porque tenía todo roto», dice.

«Quien quisiera tener sexo conmigo podía hacerlo. Si los atacantes querían orinar, podían venir y hacerlo en mí», señala.

Solo cuando el rebelde Frente Patriótico Ruandés liberó el hospital, Carine finalmente recibió el tratamiento que necesitaba y se le permitió regresar a su pueblo, débil, rota, sangrando, pero viva.

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