In-equidad e iniquidad: diferencias no gramaticales

In-equidad e iniquidad: diferencias no gramaticales

El término “inequidad” es un neologismo, una palabra recién inventada, para no utilizar la palabra “iniquidad”, de igual etimología y significado básico: “falta de igualdad”, pero con historia y connotación muy distintas. Dicho neologismo se inventó para expresar la desigualdad social con una palabra supuestamente neutra, menos contaminada política e ideológicamente. Pretendiendo con ella sustituir y poner fuera de uso la palabra iniquidad, que es mucho más relevante y rica en contenido, ya que esta se refiere a la raíz misma de toda desigualdad e injusticia, esto es, a hechos inicuos e injustos. Puesto que muchas cosas que son desiguales no son injustas en sentido alguno. Los mismos fundadores del socialismo se dieron perfecta cuenta de que no es deseable ni posible que todos seamos iguales. Y si hay algo enriquece el panorama humano, étnico y ambiental, es la diversidad. Lo que no es bueno es la iniquidad, o sea, la injusticia.

La iniquidad es un patrón de conducta perniciosa, que involucra elementos genéticos (heredados), culturales (aprendidos), que permean no solo las emociones y la ideas de una persona, sino que también, comprometen su diario accionar, incluso por encima de su voluntad y de otras concepciones y valoraciones. Ese conjunto de preconceptos, actitudes y hábitos de pensamiento, genera injusticias y daña valores del grupo y de la sociedad. Por lo cual siempre conlleva una valoración moral negativa.

No se trata de un error de conducta, o de una falta moral que comete una persona en un momento determinado, pero suele iniciarse con un solo y simple pecado o injusticia, que de perdurar se convierte en un patrón o estructura conductual (económica, social, cultural) que tiende a hacerse autónoma y a reproducirse, y tener poder coercitivo sobre la voluntad individual. Se hereda o se adquiere por cuenta propia. Una iniquidad suele entronizarse en el individuo, actuar de manera imperceptible para él, y asociarse con otras estructuras o patrones de pensamiento, actitudes y comportamientos efectivos. San Pablo hace diferencia implícita entre pecado e iniquidad. Ana Méndez la concibe como un molde que se repite en el individuo, en la familia y en la sociedad. La iniquidad, luego de establecida socialmente, tiende a ser racionalizada y defendida política y filosóficamente. Se hace parte del sostenimiento ideacional del statu quo. Paradójicamente, solo unos pocos se benefician, pero los muchos suelen darle sostenimiento, conformándose así un todo inicuo. De hecho, la pobreza y la exclusión de muchos no son principalmente una in-e-quidad, sino una in-i-quidad. La palabra in-equidad se refiere al tema como si fuera un asunto inocente, casual, aleatorio, de mera disparidad en la adquisición o distribución del ingreso. En cambio, la iniquidad trata esas desigualdades como producto de “la manera” como están organizados la producción, la propiedad de los medios, y el control de los recursos de poder político y social. A causa de la preeminencia de la riqueza como valor supremo de una sociedad. Mientras in-equidad es resultado, iniquidad es causa. Según Números 14:18, la iniquidad es un mal que se reproduce por generaciones.

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