Escamotear realidades

Escamotear realidades

Hemos llegado a creer que si un crimen no ha sido reseñado en los periódicos, no ha ocurrido realmente. La publicación ratifica el hecho y confirma su verdad. Somos tan dependientes de los medios de comunicación, que no damos por muerto a un amigo hasta no ver en los diarios la esquela mortuoria; no importa que la información la haya suministrado un hijo del difunto. Lo que no aparece en la TV, seguramente, “no existe”. Los gobiernos hacen desaparecer ciertos temas de la prensa. Los políticos están acostumbrados a que las cosas “tengan presencia”. Hablan de “exposición contínua” o de “bajo perfil”. Todo, según convenga o no.

Confían, aquí y en todas partes, en que si no se mencionan los hechos, los hechos quedan “suprimidos”. Pero no es así. Hay asuntos que, aunque “no salgan” en los periódicos, siguen vivos en la sociedad. Esto es lo que ocurre con el problema de la inmigración haitiana en la R.D. Los haitianos son visibles en todos los terrenos: en los hospitales, en las aulas de las escuelas públicas, en las construcciones privadas, en los cultivos agrícolas; en las calles y plazas venden chucherías o piden limosnas. Ahora exigen mejores salarios de parte de sus empleadores. Lo difícil es no topar con emigrantes haitianos.

Durante los últimos años hemos escuchado acusaciones de racismo y xenofobia contra nuestro país, apelaciones al humanitarismo de los dominicanos; hemos sufrido presiones internacionales de todo género. También se han difundido argumentos sociográficos, justificaciones teóricas de carácter político, retorcidas interpretaciones jurídicas sobre la Constitución vigente, la sentencia 168-13 del TC, el reglamento de regulación de inmigrantes ilegales. Nada ha persuadido a los dominicanos de que los haitianos sin papeles deben ser “dominicanizados al vapor”.

Este tema -tabú es un centro de gravedad emotivo en todas las clases sociales, dominicanas. Y será en las próximas elecciones un asunto decisivo en los sentimientos colectivos. En el pasado, la clase media tenía la voz cantante en “el asunto de la dominicanidad”. Ahora ya no es así. Son las clases populares las que rechazan los emigrantes. Se sienten “empujados” de sus puestos de trabajo, de la seguridad social, de los pupitres escolares. ¿Los partidos políticos, lo han percibido?

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