Eso ya se había hecho

Eso ya se había hecho

Es lógico que no se cambie una conducta si produce resultados favorables y programados; ello explica la costumbre del extinto presidente Balaguer de realizar verdaderos maratones de inauguraciones durante sus numerosos gobiernos. El objetivo podía ser cualquiera; desde su afán por aparecer como benefactor de multitudes, satisfaciendo su ego, hasta la prisa por cumplir promesas electorales previo a nuevas elecciones, con fines de facilitar o fortalecer su campaña reeleccionista.

La fiebre “inaugurista” de Balaguer fue aprovechada por acólitos inescrupulosos y abusadores que, apoyándose en su discapacidad visual, lo llevaron, durante su último período gubernamental, a inaugurar obras inconclusas o apenas iniciadas.

Cuando el presidente Leonel Fernández ejercía su primer mandato, siguió la metodología balaguerista de las inauguraciones, pero nadie, en su sano juicio, podía imaginar que con él también, en pleno uso de sus atributos visuales, se produciría la vergonzosa práctica de dar discursos frente a obras sin terminar; pero lo hicieron.

Con el presidente Danilo Medina, aparentemente más celoso con los contratistas (al extremo de darles boches telefónicos en público para reclamarles cumplir con sus obligaciones) parecía más lejana la posibilidad de engaño, pero también se dio, según quedó evidenciado con la “primera etapa” de la circunvalación Santo Domingo y con el hospital Darío Contreras.

Los maratones de inauguraciones podrían reflejar afanes reeleccionistas de funcionarios que desean seguir disfrutando las mieles del poder o bien podrían representar pantallas o bultos de “rendición de cuentas” que no le quedan muy bien a la imagen y elevados porcentajes de aprobación del presidente Medina, sobre todo porque ambas cosas ya se habían hecho y no son agradables recuerdos para el pueblo dominicano.

 

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