Espía rusa ofrecía sexo por ventaja

Espía rusa ofrecía sexo por ventaja

In this photo taken on Sunday, April 21, 2013, Maria Butina, leader of a pro-gun organization in Russia, speaks to a crowd during a rally in support of legalizing the possession of handguns in Moscow, Russia. Butina, a 29-year-old gun-rights activist, served as a covert Russian agent while living in Washington, gathering intelligence on American officials and political organizations and working to establish back-channel lines of communications for the Kremlin, federal prosecutors charged Monday, July 16, 2018. (AP Photo)

Ofrecer sexo a cambio de ventajas en una operación de espionaje, estrechar lazos con un poderoso grupo defensor de las armas o el uso del traductor de Google para contactar con fuentes eran algunas de las técnicas empleadas por Mariia Butina, la supuesta agente rusa encubierta detenida en EE.UU.
La meta de Butina, una ciudadana rusa que no dudó en poner sobre la mesa su cuerpo y servicios sexuales para lograr un puesto en una organización que facilitaría sus objetivos, era favorecer los intereses del Kremlin en EE.UU., según documentos judiciales basados en investigación FBI.
Mariia Butina accedió ayer a la sala de un tribunal federal de Washington donde se declaró no culpable de un delito de conspiración contra EE.UU. y de ser una agente encubierta para una potencia extranjera, aunque finalmente fue enviada a prisión preventiva.
La imputada escuchó en primera persona el relato de la acusación vestida con el mono naranja carcelario y una inquietud que disimulaba su rostro, pero no sus manos, que no pararon de jugar con bolígrafo.
En la argumentación del caso, que captó la atención del centenar de periodistas que asistió, el Gobierno logró sensibilizar a la jueza de sus temores ante una potencial huida de Butina, que se enfrenta a 15 años de prisión.
De acuerdo a un memorándum presentado por el Departamento de Justicia, la presunta espía rusa había tejido una red de influyentes contactos en EE.UU. para beneficiar al Kremlin, una tarea por la que inició una relación sentimental con uno de sus contactos estadounidenses, con quien vivía.
Los investigadores constataron que el romance era solo un trámite dentro de la supuesta operación de Butina, quien en intercambios de mensajes con otros sujetos había expresado su desidia por tener que vivir con esa persona, contexto en el que la imputada llegó a ofrecer los citados servicios sexuales a otro individuo a cambio de puesto en organización con influencia.
De este documento también se extrae que la acusada comenzó a hablar desde Rusia con este estadounidense en 2013. Posteriormente, se sirvió de una herramienta del gigante tecnológico Google, concretamente su traductor, para entablar conversaciones en inglés y presentarle una “propuesta de proyecto» ante las elecciones de 2016.
Butina había empezado sus labores en territorio ruso, pero en agosto de 2016 se mudó a Washington con una visa de estudiante, presuntamente solicitada como parte del entramado del Kremlin, momento en el que las autoridades de EE.UU. comenzaron a seguirle la pista.
Antes y después de entrar en terreno norteamericano, Butina, que supuestamente trabajaba para un alto funcionario ruso, tejió una red de contactos influyentes en la política estadounidense que le llevaron hasta el más poderoso “lobby” de las armas, la Asociación Nacional del Rifle (NRA), ante la que se presentó como una activista rusa en defensa del derecho a portar estos artilugios.

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