Eterna amistad: Bosch y Fidel

Eterna amistad: Bosch y Fidel

-y XVI-
Ahora finalizamos esta serie de artículos, iniciada el 9 de diciembre de 2016, en que hemos estado reseñando los momentos más destacados de la intensa, larga y entrañable amistad entre Juan Bosch y Fidel Castro. Desde los aciagos días de la expedición de Cayo Confites contra Trujillo, en 1947, hasta aquella mañana de domingo, en agosto de 1998, en que se confundieron en un fuerte abrazo, en la visita que el Comandante en Jefe les hizo a él y a doña Carmen en su residencia de Santo Domingo.
Al día siguiente de que Fidel cerrara sus ojos para siempre y se conociera esa noticia que conmocionó el mundo, nos comunicamos con el embajador cubano en República Dominicana, Carlos Jesús de la Nuez López, para informarle que habíamos sido designados por la Fundación Juan Bosch, junto a Patricio Bosch, quien reside en La Habana, para asistir a los funerales del líder histórico de la Revolución cubana. Así participamos en los multitudinarios actos con que se le despidió: en la Plaza de la Revolución, en La Habana, el 29 de noviembre, y en la Plaza de la Revolución Antonio Maceo, en Santiago de Cuba, el 3 de diciembre.
Fidel falleció el 25 de noviembre de 2016, el mismo día que sesenta años antes habían zarpado en el yate Granma, desde el río Tuxpan, en Veracruz, México, hacia Cuba él y sus compañeros. El Gobierno cubano declaró nueve días de duelo nacional. Más de veinticinco presidentes y primeros ministros de todo el mundo; así como representaciones de Rusia, Estados Unidos y China, se encontraron en La Habana, para asistir a sus funerales.
En momentos distintos del novenario del duelo nacional, también los dominicanos estuvimos presentes. Desde el presidente de la República, Danilo Medina, hasta Leonel Fernández, presidente del PLD. En la ocasión, también, el senador Félix Nova Paulino, su esposa Arelis Hiciano, el embajador dominicano en Cuba, Joaquín Gerónimo, nos encontramos y compartimos. De Santiago de Cuba, regresé a La Habana con la periodista Edith Febles, de CDN, y otros comunicadores nacionales y extranjeros.
Entre los homenajes de Cuba a su líder histórico, estuvo la realización de la Caravana de la Libertad a la inversa, rememorando el recorrido que casi a lo largo de toda la isla -unos mil kilómetros- hizo el Fidel triunfante de 1959, desde Santiago de Cuba, el 1 de enero, hasta La Habana, el 8 del mismo mes. Ahora, la urna con sus cenizas y la comitiva militar que la acompañaba, saldrían desde La Habana, el 30 de noviembre, hasta Santiago de Cuba, el 3 de diciembre de 2016. Sus restos fueron inhumados en el Cementerio Santa Ifigenia, de esa ciudad, necrópolis de próceres y mártires, donde estarán junto a los del Héroe Nacional cubano José Martí.
En ocasión del fallecimiento de Bosch, Fidel le envió una carta de pésame a doña Carmen y a sus familiares, a mano de Armando Hart Dávalos, miembro del Consejo de Estado y director de la Oficina Nacional del Programa Martiano. Le acompañó a la residencia de los Bosch-Quidiello, el entonces embajador cubano en República Dominicana, Miguel Pérez.
La delegación cubana se trasladaría con doña Carmen a la Casa Nacional del Partido de la Liberación Dominicana, donde estaban expuestos los restos del prócer, patriota y del más destacado pensador dominicano. Antes de partir, hubo un momento de gran emotividad, entre familiares y amigos presentes, cuando Patricio Bosch leyó en voz alta la carta-pésame de Fidel Castro. Citamos algunos párrafos:
“El pueblo dominicano, el caribeño y el latinoamericano pierden en él a uno de sus más ilustres hijos, y Cuba, en especial, a un gran amigo, por el que nuestro pueblo sentía profunda admiración y cariño.
“Profundo pesar me ha causado la triste noticia de la desaparición física del insigne político, escritor e intelectual dominicano Juan Bosch, a quien me unían especiales lazos de amistad. En tan doloroso momento, le hago llegar a Usted, a sus hijos y demás familiares, en nombre del pueblo y el gobierno cubano, nuestras más sentidas condolencias”.
Fidel siempre mantuvo viva aquella relación iniciada en 1947: “Muchas veces nos íbamos para un extremo de la isla y conversábamos -contaría el líder cubano muchos años después-; sus palabras me marcaron mucho. Así nos hicimos amigos. La amistad tiene un mérito por su parte, él ya era una personalidad y yo era un estudiante joven que no significaba nada entre tantos jefes, coroneles… Sin embargo, Bosch me trató con mucha deferencia y consideración”.

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