Alcances de la actividad financiera

Alcances de la actividad financiera

La literatura económica ha destacado nuevos argumentos para precisar la relación que existe entre crecimiento y finanzas. Tradicionalmente, la financiación es vista como un acervo de dinero que puede o no tener impacto sobre el nivel de actividad económica. De allí se desprende la famosa doctrina del crédito comercial, según la cual el aumento del crédito no tiene impacto inflacionario en tanto se destine a descontar deudas pendientes para financiar la producción. Se argumenta que son los costos de obtener información y de efectuar transacciones los estímulos claves para el surgimiento de mercados e instituciones financieras, cuya función primaria es la asignación de recursos en un ambiente de incertidumbre. Los componentes de esta función primaria incluyen también las decisiones de cartera, movilización del ahorro, manejo del riesgo, el seguimiento y control de la gestión empresarial y el intercambio de bienes y servicios. En todas estas áreas, los instrumentos y mercados financieros generalmente se utilizan para reducir los costos de información y transacciones, lo cual muchas veces conduce a un mayor ritmo de crecimiento como consecuencia de un mayor ritmo de acumulación de capital o de desarrollo tecnológico.

El efecto del sector financiero en el crecimiento económico puede analizarse siempre desde tres vías: la primera, por el efecto sobre la eficiencia en la transformación del ahorro, lo que se relaciona con los costos de intermediación del mercado financiero. Esto así, ya que un sistema financiero poco profundo tiene elevados costos de intermediación debido a la ineficiencia en costos de operación, estructuras de mercado no competitivas o regulación inapropiada. La segunda vía, es por el efecto sobre la tasa de ahorro real de la economía. Por un lado, en un sistema financiero sólido las personas que no quieren asumir riesgos pueden disminuir sus niveles de ahorro preventivo y, por otro, pueden preferir incrementar sus tasas de ahorro al permitir créditos al consumo y vivienda. Por lo tanto, el efecto sobre el ahorro del mercado financiero es ambiguo. Y la última vía, es cuando el mercado financiero tiene efectos sobre la eficiencia en la asignación del capital. Al captar información para decidir el perfil de riesgo de los proyectos donde se asignan los fondos el mercado financiero puede tener efecto sobre la innovación tecnológica.

Sistema financiero y economía.  Durante muchos años, los representantes de las corrientes tradicionales del pensamiento económico consideraron que el dinero era la única variable relevante del sistema financiero. La mayoría de los keynesianos, de los monetaristas y de los clásicos pensaron que el mercado financiero tenía una importancia marginal para entender el desarrollo económico. En el extremo, Modigliani y Miller (1958) llegarían a afirmar que en un ambiente de mercados perfectos, las decisiones económicas reales son independientes de la estructura financiera. La situación cambió a partir del trabajo de Akerlof (1970) sobre cómo cambian las decisiones ante la falta de información en relación con la calidad de los productos. Señalaría que, para alcanzar resultados económicamente eficientes, muchas veces los mercados necesitaban ampararse en otras instituciones, como las garantías y las marcas, pues los precios no lograban expresar toda la información relevante.

En el caso de los mercados financieros, la información relevante es la “calidad” de los prestatarios, es decir, la capacidad que tienen de devolver el préstamo. En la medida que sea más fácil determinar dicha “calidad”, le será más fácil al sistema financiero facilitar la negociación, la cobertura y la diversificación del riesgo, permitir una asignación más eficiente de recursos, realizar un monitoreo de los administradores y promover el control corporativo, movilizar el ahorro y facilitar el intercambio de bienes y servicios. Es de esta manera como se facilitaría el crecimiento económico. Y debido a eso es que algunos autores encuentran una relación positiva entre el desarrollo del sistema financiero y el crecimiento. Otros, en cambio, han ido más allá al desentrañar la productividad en eficiencia (calidad de los insumos) y el cambio técnico. Lo que sí es claro es que dichas relaciones se encuentran en ocasiones distorsionadas por la represión financiera, las deficiencias en el marco regulatorio, los problemas técnicos de supervisores, inestabilidad macroeconómica y débiles procesos de inversión en capital humano. En esencia, los analistas subrayan la importancia de la oferta de créditos, destacando también el rol del ahorro en la economía como la fuente que inicia dicha canalización de recursos al ponerlos a disposición del resto de sectores económicos a través de los intermediarios financieros.

 Medición e indicadores.  Así, McKinnon y Shaw (1973) enfatizan el hecho de que el nivel de profundización financiera de un país es un indicador determinante del crecimiento económico, realzando el papel de las tasas de interés y el papel de los intermediarios financieros en la asignación óptima de los recursos. Esta profundización, medida tanto como el peso del crédito del sector privado (o de los bancos múltiples) entre el Producto Interno Bruto (PIB), expresa la participación del sistema financiero en la economía, y por tanto, cuando sube, denota una mayor capacidad de la actividad financiera para incidir en el sector real, y por tanto en el crecimiento económico. En la economía dominicana este indicador ha llegado a representar hasta 10% del PIB y más del 100% de la emisión monetaria en algunos años. Se puede comprobar que las series del crédito al sector privado como proporción del PIB toman fuerza a partir del proceso de modernización del sistema en  los años 80. El crédito al sector privado llega entre 1979 y 2009, a representar entre un 3 y 12% del PIB. No obstante, emerge la duda sobre la posibilidad de que el crédito al sector privado esté influenciado por la porción de recursos que los bancos otorgan como créditos personales, muchos de los cuales, no tienen usos productivos o se dedican en su mayor parte para el consumo final.

Ya sabemos que el cuasidinero incluye los depósitos de ahorro, a plazo y en moneda extranjera de la economía. Por lo que cuando se mide con respecto al PIB pretende analizar la tendencia de largo plazo del sistema financiero. Este indicador es hoy muy considerado por analistas porque una de las características que muestran los sistemas financieros modernos es su capacidad para incidir sobre el comportamiento de los depositantes a fin de que éstos puedan colocar sus recursos en plazos más amplios, es decir, en cuentas de ahorro, a plazo o en certificados de inversión. En la República Dominicana el cuasidinero representaba solo el 10.1% del PIB en 1979, pasando a 33.7%, casi el triple, en 2003. Algo similar ocurre cuando evaluamos el cambio en la participación (entre 40 y 60%) del cuasidinero en la estructura total de depósitos de los bancos comerciales en el periodo 1979-1990, con respecto a la que existía (entre 60 y 80%) entre 1990 y 2009. Esta transformación denota que los ahorrantes han decidido conservar su riqueza financiera en depósitos a más largo plazo en la economía, no obstante existan incrementos en los costos de liquidez y en algunos casos alzas en los costos de transacción.

 

También es sobresalente considerar la transformación del cuasidinero de República Dominicana al analizar indicadores que lo relacionen con los componentes de los distintos agregados de dinero (M1 y M2) en la economía. Es de suponer que en un sistema financiero moderno, el cuasidinero debería ganarle terreno al dinero en sentido estricto (M1). Contar con una estructura de depósitos que favorece el ahorro a plazos y los certificados de depósito incentiva el uso productivo de los recursos y facilita la labor de intermediación del sistema financiero al reducir el descalce de plazos (Levine, 1998).

La cifra 2.28% ha representado el peso  relativo del crédito al sector privado con respecto al Producto Interno Bruto (PIB), entre 1979 y 2009. En ese periodo, el PIB valorado en términos reales ha promediado una tasa de 4.59%.

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Creación bancaria de dinero

Una de las propiedades de los bancos comerciales es su capacidad para la creación secundaria de dinero. En la medida que el público va dejando sus ahorros por largo tiempo en los bancos, éstos pueden realizar nuevas operaciones activas con el público y reproducir el depósito original; las nuevas operaciones generan nuevos depósitos, que son a su vez fuente de nuevas operaciones activas, y así sucesivamente, provocando lo que se conoce como creación secundaria de dinero. En la medida en que el público decide tener menos numerario en su poder, le otorga a los bancos comerciales mayor capacidad para reproducir el dinero. El sistema financiero dominicano evidencia una reducción del efectivo en manos del público con respecto a los agregados de dinero en los últimos años, contribuyendo a la reducción del multiplicador monetario.

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