El calentamiento global está creando dificultades para los vuelos de las líneas aéreas, lo que podría frustrar los planes de turistas de irse de vacaciones.
Con la ola de calor que afecta al centro sur y al suroeste de Estados Unidos, varias aerolíneas debieron suspender operaciones. American Airlines, por ejemplo, tuvo que cancelar 50 vuelos hacia y desde el aeropuerto Phoenix Sky Harbor debido al «calor extremo», según la propia aerolínea dijo en un comunicado.
La cancelación de los vuelos se produjo porque había el pronóstico de 120 grados Fahrenheit (49 grados Celsius).
Los aviones Bombardier, con entre 50 y 76 asientos, que utiliza American Eagle están certificados para operar a 118ºF (48ºC).
Esto quiere decir que aviones de Bombardier pueden volverse demasiado calientes para volar cuando el clima se vuelve extremo.

El aire más caliente es menos denso, lo que reduce el rendimiento del motor y puede requerir pesos de despegue más bajos y distancias de despegue más largas para producir la elevación.
Cuando hay más calor hay menos moléculas de oxígeno para producir la combustión y por tanto hay menos energía para impulsar al avión, y más longitud de pista se necesita en condiciones de calor extremo. Otro problema es la longitud de pista requerida. Debido a que hay menos sustentación y menor potencia, el piloto necesita mayor longitud de pista para conseguir el despegue.
Además, si una aeronave atraviesa en vuelo una zona de calor extremo se puede producir una brusca y sustancial pérdida de sustentación en el aire.

El calor extremo es menos problema para los aviones más grandes. Los jets de Airbus pueden funcionar hasta un máximo de 127ºF, uno más que los modelos de Boeing, según American. El cambio climático plantea enormes riesgos para la aviación, según un informe de la Organización Internacional de Aviación Civil de 2016, una agencia de la ONU con sede en Montreal. Según la agencia, la reducción del rendimiento de las aeronaves es solo un impacto debido a las temperaturas más altas, dijo.