¡Bueno!

¡Bueno!

El denominado «Acuerdo Energético de Caracas», que se firmó en Santo Domingo, constituye un motivo de satisfacción para los dominicanos, pues no solo garantiza un suministro de petróleo y sus derivados para esta nación caribeña, sino que constituye, al mismo tiempo, una manera muy ventajosa para cubrir esa factura que es vital para la economía.

El presidente de Venezuela, Hugo Chávez Frías, y el de República Dominicana, Leonel Fernández Reyna, rubricaron el convenio el sábado último, durante la muy breve visita del jefe de Estado sudamericano.

No hay duda alguna de que el presidente Chávez Frías ha mostrado gran solidaridad para con los dominicanos en esta crisis que vive el país. Después de vencidos obstáculos que trabaron las relaciones entre las dos naciones el mandatario venezolano mostró gran disposición de colaborar con el proceso de reconstrucción de las economía nacional y eso es algo que se agradece.

El acuerdo suscrito entre los dos presidente permite a los venezolanos financiar más de un treinta por ciento de la factura petrolera, a una tasa de un dos por ciento anual. El país podrá diferir un pago de más de 150 millones de dólares al año, dinero que podrá entonces emplear en obras que contribuyan al desarrollo.

La firma de este convenio es también un éxito para el presidente Fernández Reyna, quien desde antes de su juramentación se dedicó, personalmente, a atar los cabos que hicieron posible el convenio suscrito el sábado ultimo.

Con cuidado

Distintas voces se han alzado para reclamar el cese del desorden que afirman que existe en la zona colonial de esta ciudad, principalmente por el consumo desenfrenado de alcohol y hasta con el ejercicio de la prostitución.

Es deseable, muy deseable, que el orden impere en la zona colonial, junto a un mantenimiento de primera que haga de dicha zona un verdadero incentivo turístico y un lugar de sana diversión para los habitantes de Santo Domingo, en fin una zona de la cual podamos sentirnos orgullosos.

Ahora bien, las autoridades tienen que pisar un terreno firme a la hora de buscar correctivos.

Todos los excesos son malos. Y cuando se reacciona en forma histérica, peor.

Está muy bien que se regule el establecimiento de negocios que expenden bebidas alcohólicas, que se restrinja el consumo de esas bebidas en plenas vías obstaculizando el tránsito y creando focos de desórdenes.

Pero tampoco se puede aspirar que la zona colonial se convierta en un gran convento, –como ocurrió en una época–, en una zona donde el manto del silencio caiga poco después de la seis de la tarde.

Hoteles, restaurantes, bares y centros de sana diversión, bien regulados, contribuyen, en gran medida, a dar vida a la zona colonial, a fomentar y consolidar negocios y, por tanto, fuentes de trabajo para los dominicanos.

No exageremos la nota y seamos sensatos.

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