Contar con la cabeza /Contar con los oídos

Contar con la cabeza /Contar con los oídos

Se puede contar de muchas maneras: recuerdo una que parece la más expedita y fácil: hacerlo con la cabeza, vale decir, empleando la cabeza y retener el número anterior que acabo de “anotar” mentalmente. Y así continúo paso a paso. Eso se revisa y así sales adelante y cumples el cometido o tu responsabilidad.

Digamos que así se logra el mejor resultado.

De todas maneras, el discurso o el discurrir no lo realizamos con toda la metrificación disponible; sino que esto es otra manera. En el lenguaje de la persona de la verificación se dan situaciones y enfoques diferentes. Pongamos primero a Rubén Darío:

Juventud, divino tesoro,

Ya te vas para no volver.

Cuando quiero llorar no lloro

Y a veces lloro sin querer.

 Si hablamos en término de cantidad, normalmente, encontraremos en  los verso uno y verso tres la misma cantidad de sílabas: nueve sílabas entrelazadas, con la misma forma de decir en un enlace silábico normal. Si la última vocal de una palabra y la primera sílaba del vocablo siguiente viene en vocal, formamos una sinalefa.

 Si contamos la emisión de la segunda y de la cuarta versificación  encontraremos que la operación nos ofrece ocho sílabas, en ambos componentes  se presentan ocho sílabas.

¿Cómo es posible ese fenómeno? Porque si las leemos bien, encontraremos una diferencia morfo fonemática entre los versos:

Juventud, divino tesoro/ cuando quiero llorar no lloro…

(La cuenta normal haría realizaciones  de los versos de ocho sílabas).

Sin embargo como el final de cada uno de estos dos versos son palabras agudas: volver/ querer.   Quiere decir fuertes, entonces lo que se impone es contar o agregar una sílaba más a la terminación aguda. Sí, en español todos los versos terminarían en palabras llanas.

¿Y si la palabra final fuese esdrújula o proparoxítona? ¿Cómo resolvemos ese entuerto?

 Simplemente, tendríamos que restarle una sílaba  a la línea o verso.

Los caballos eran fuertes,

Los caballos eran ágiles,

(Santos Chocano).

El primer verso termina en palabra llana: entonación media.

Mientras que la otra sílaba termina en ágiles, esdrújula. ¿Qué sucede en este caso? Al ser una situación directamente opuesta al caso de Rubén Darío, se resta una sílaba al verso que concluye en ágiles. Por ser esta una teoría envolvente, se dice que todo verso en  español termina en  palabra llana: Quito aquí/ Pongo allí: oído y cerebro, cada quien en su función.

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