Críticas

Críticas

Me asombré ante el rechazo mostrado al Presidente de la República, Dr. Leonel Fernández, a propósito de unas declaraciones suyas en el exterior.  Inexplicables puntos de vista se expusieron para confrontar las informaciones ofrecidas por el mandatario. Han discrepado muchos de sus críticos, de las cifras que ofreció respecto de la inversión pública en educación y del número de muertes por el cólera. ¿Y…?

A todo el que va de capa caída se le nota cuando se le ha desprendido un botón. Es el caso del Primer Magistrado de la Nación. Porque la verdad monda y lironda es que la mayor parte de las estadísticas del sector público bajo la gestión peledeísta, rondan el mundo de la fantasía. Gestos y acciones exhibidas al público se enmarcan por igual en un escenario más cerca de la dramaturgia que de la realidad. Ocurre, empero, que se tuvo seguridad de que las emisiones uretrales de esos portentos, eran de agua bendita.

 Más tarde, en la medida en que la ilusión primigenia se desvanecía, comenzamos a sentir el olor. El vaho natural de la orina comenzó a levantarse, en la medida en que empobrecía la Nación. Cayó la máscara y ahora, casi al otoño de tres períodos constitucionales, se percibe el fétido amoníaco. En realidad, este olor nunca estuvo apartado de los mingitorios en los que cumplían con esas emisiones tan propias de todos los seres humanos.

No veo, por consiguiente, que haya necesidad de levantar la voz para confrontar las informaciones ofrecidas por el Presidente Fernández. En días pretéritos, él y sus amigos estudiaron las reglas clásicas de Joseph Goebbels. Con más propiedad, se hace indispensable señalar que el reconocido propagandista alemán recogió sus normas de la vida real. El gran mérito de este promotor y vendedor de fícciones se resume en su capacidad para compilar y sistematizar esas intuitivas enseñanzas. Cualquiera, por tanto, y no solamente el Presidente Fernández y sus amigos, pudieron adherirse a ellas.

Les corresponde el mérito, sin embargo, de darnos lecciones de unas alegorías gubernativas con las que hemos convivido sin reparos. Por eso no me sumo a quienes le reclaman que el número de muertes que confesó debido al cólera, es inferior al registrado. No estuve entre aquellos que contemplaron la emisión televisiva de CNN en Español. Ignorante de todo cuanto me rodea, desconocía que el mandatario dominicano había concedido una entrevista a un representante de ese canal internacional de televisión.

Es que yo, simple y mortal humano, nunca he logrado orinar agua bendita, pese a todos los esfuerzos realizados. Y muy temprano quizá, tuve conciencia de que este desecho corporal me identificaba, ni más ni menos, con todos los otros mortales. Esto me ha permitido no asombrarme –nunca-, por nada que afirme nuestro prójimo. Aunque sea peledeísta.

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