En la especie humana, el embarazo y el nacimiento debieran ser parte de un proceso natural y fisiológico, sin embargo, por lo menos en nuestro amado país la preñez conlleva un riesgo mortal. Todo cuanto le suceda a una gestante suele achacársele a su estado reproductivo. Si una persona es etiquetada de depresiva, a partir de ahí cualquier tipo de queja es considerada como una manifestación de su trastorno emocional. Ese automatismo diagnóstico puede resultar dañino en situaciones como la que narro a continuación.
Una señora de 39 años de edad con un embarazo a término acudió a la sala de emergencia de un centro de salud quejándose de fiebre y dolor en la espalda. Tuvo como desgracia, dicha infortunada, el residir en el poblado de Haina, por lo que su mal fue inmediatamente catalogado como un probable Dengue versus la debutante Chikungunya. Se decidió realizarle una cesárea con el propósito de “evitar complicaciones”. Luego de la cirugía la paciente continuó con su hipertermia, ahora acompañada de una creciente dificultad respiratoria. Fue mantenida encamada, siendo veintidós horas después encontrada por el Residente de primer año, arropada, tranquila, tiesa, fría y sin respuesta verbal. El entrenando llamó a su superior, quien certificó que la paciente ya pertenecía al mundo de los difuntos. La autopsia mostró los estigmas de una hipertensión arterial de largo tiempo, acompañada de congestión crónica del hígado, adjunto a una bronquitis aguda. Lo más relevante en los hallazgos de la necropsia consistió en una extensa neumonía derecha con bronconeumonía bilateral no detectadas en vida y por ende no tratadas oportunamente. El momento epidemiológico geográfico y la preñez probablemente contribuyeron a la desastrosa confusión diagnóstica de los galenos tratantes. La medicina sigue siendo arte y ciencia en la que dos y dos no siempre son cuatro. En el razonamiento clínico la primera visión debe ser amplia, digamos que al inicio todo es posible. El desarrollo de los signos y síntomas va reduciendo el espectro de posibilidades. El examen físico, las pruebas de laboratorio, los estudios de imágenes y la evolución del proceso permiten una formulación diagnóstica. Sobre esas bases se inicia el tratamiento de prueba. Si hemos acertado en la identificación del mal y estamos suministrando la terapia correcta, la enferma irá dando señales de una mejoría. Es una desventaja cuando la paciente no tiene un médico de cabecera que conozca su situación de inicio y pueda darle seguimiento a su mal. El manejo en equipo es ventajoso, siempre que cuente con el médico de cabecera como ente coordinador. Largo es el camino a recorrer en la búsqueda de la optimización de los servicios asistenciales de salud en la República Dominicana. Lo que se inició como una bronconeumonía concluyó con una fatal sepsis, en una desventurada embarazada que honró a Gabriel García Márquez con la Crónica de una muerte anunciada.