Desafío

Desafío

A la sociedad dominicana le hace falta algo más que un buen aparato represivo contra la delincuencia y la criminalidad.

Hasta ahora, nuestro enfoque de este mal social ha estado dirigido con más énfasis hacia los efectos que hacia las causas.

La prevención y la disuasión del delito, inclusive, han seguido esa misma orientación, siempre de la mano del aparato represivo.

Una descomposición social que degenera en proliferación del delito, del crimen, tiene un origen de efecto compulsivo.

Inclusive, la inclinación por imitar malas prácticas que hace presa de un número creciente de nuestros jóvenes es el efecto de alguna compulsión que se forja en las insuficiencias.

El estudio y la formación, por ejemplo, como desafío para la juventud, suelen perder su efecto benigno porque al final de esta etapa las oportunidades que se ofrecen no premian satisfactoriamente el esfuerzo y causan frustración, que es un caldo de cultivo para la degeneración de los principios, para el abandono.

-II-

Sustentar un aparato represivo fuerte, activo y bien estructurado es una necesidad en cualquier sociedad, y la nuestra no es excepción.

Sin embargo, este dispositivo no puede sustituir la tarea preventiva que debe realizarse y sostenerse precisamente para evitar que la falta de oportunidades de realización, de poner en práctica de manera retributiva los conocimientos adquiridos, hayan compelido al joven a un abandono de principios por descreimiento y a una cesión ante los retos de algunas malas prácticas que en términos materiales parecen ser más rentables y menos exigentes.

Es probable que, tomando como ejemplo los casos de otros, muchos jóvenes hayan descubierto que no necesitan esforzarse tanto ni gastar tanto tiempo de escolaridad para poder ganar buen dinero, y que hayan llegado a este convencimiento al ver las frustraciones de sus compañeros, por falta de oportunidades.

=III=

Vistas las cosas en su justo contexto, se requiere que actualicemos nuestros métodos de formación de jóvenes, que insistamos más en los principios, que ajustemos a nuestro tiempo los conceptos de la instrucción moral y cívica que se impartía en otros tiempos, que se multipliquen las becas para los buenos estudiantes y que se les haga ver que andar por el camino correcto realmente retribuye.

Como contrafuerte, hay que ser más rigurosos en el castigo de las prácticas reñidas con la ley y la moral, en la persecución de los actos de corrupción que sirven de precursores de la delincuencia y la criminalidad y hacer ver que real y efectivamente ningún crimen puede quedar sin castigo.

El fortalecimiento del aparato represivo es necesario, pero como elemento a utilizar en el tramo final de la descomposición conductual, pero donde tenemos que apretarnos realmente las tuercas es en impedir que en algún tramo de la existencia de cualquier joven, la frustración y la falta de oportunidades le haga cambiar hacia el camino del mal. Ahí está el desafío.

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