Desechos, basura y potestad ciudadana

Desechos, basura y potestad ciudadana

Samuel Luna

Como dominicanos poseemos un alto nivel de higiene cuando se trata de mantener nuestra casa limpia; también, somos conocidos por la cantidad de veces que nos higienizamos durante el día.

Amigos de cultura anglosajona, me refiero a personas de Estados Unidos y Canadá, me han expresado que ellos pueden percibir como los dominicanos se bañan dos veces al día, y esto refleja un nivel de higiene corporal.

En contraposición a dicha práctica mencionada, también podemos ver a ese mismo dominicano echando basura en nuestras calles, dejando botellas de cristal en las aceras, excrementos de perros por todas partes y contaminación en la mayoría de nuestros ríos.

Cuando observamos ese contraste que existe entre la higiene personal y la falta de un compromiso colectivo que refleje esa higiene personal en los diferentes escenarios sociales del país, podemos entender que nuestra cultura dominicana no posee una práctica intencional  que promueva la vida en comunidad, mucho menos la pericia de ejercer la Potestad Ciudadana.

Vivir en hacinamiento no es vivir en comunidad, participar desenfrenadamente en la política partidista y partidaria no es ejercer la potestad ciudadana, crear ruidos basados en emociones infructuosas no es una muestra de trabajar en comunidad y gritar a todo pulmón como fanáticos de un equipo deportivo no nos convierte en ciudadanos interesados por los problemas que nos afectan de manera colectiva.

Creemos firmemente que la mayor pobreza enraizada en el pueblo dominicano no está relacionada con los recursos naturales o financieros, nuestra pobreza es fruto de la incapacidad de accionar como un solo cuerpo, es la torpeza que nos limita el pensar más en el bienestar del Estado que en el bienestar de los partidos decaídos; la mayor pobreza es la idiotez y el alelamiento que nos han creado para no enfrentar los daños que nos generan falta de calidad de vida y seguridad ciudadana.

Aprendimos a dejar las puertas y las ventanas abiertas de nuestra gran casa (El País). No nos importa que los ladrones entren con libertad y se lleven lo que es nuestro, lo grande es que no queremos cerrar las puertas, mejor nos escondemos y abandonamos los espacios que nos brinda el país.

Es como que hemos perdido la autoridad para decidir, para transformar y para expresar un rechazo a todo aquellos que va en contra del progreso integral y en contra de nuestros hijos.

Hay que cerrar las puertas y unirnos como sociedad, con el fin de velar y proteger a nuestro país, creando un gran circulo moral que alimente el ejercicio de la Potestad Ciudadana.

Cuando el dominicano tenga el coraje de ejercer la soberanía que poseemos como pueblo, cuando aquella soberanía que nos provee la Constitución de la República Dominicana y la misma dignidad surgida en el proyecto del creador, se imponga sobre la mediocridad existente, cuando el pueblo decida no caminar más sobre excremento y basura moral; cuando todo esto suceda, podemos garantizar que tendremos un país viviendo en comunidad, con Potestad Ciudadana y con una real calidad de vida que servirá de modelo y de esperanza.

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