El Día Internacional del Trabajo encuentra a los obreros dominicanos a merced de políticas sociales que no tocan el fondo de sus carencias y con una endeble representación sindical, con poco poder de convocatoria para hacer valer demandas de justas reivindicaciones.
El ejemplo más a la mano para ilustrar el razonamiento anterior es el vapuleado Seguro Familiar de Salud (SFS), que deberá entrar hoy en vigencia por decisión unilateral del Gobierno, pero amenazado seriamente de fracaso por voluntad de algunos de sus actores principales.
El SFS forma parte importantísima del Sistema Nacional de Seguridad Social, una reivindicación que no ha logrado cuajar plenamente por razones ampliamente conocidas.
Pobremente representados por los que deben ser sus defensores naturales, los sindicatos y centrales obreras, los trabajadores dominicanos carecen de medios para hacer valer cabalmente sus derechos más elementales.
Hace poco el sector sindical mostró sus debilidades cuando se dividió en las negociaciones de aumento salarial sostenidas con el empresariado, que desembocaron en un acuerdo refrendado por unos y combatido por otros a pesar de que ambas partes compartieron méritos en las propuestas iniciales.
Con sindicatos cada vez más atomizados, es difícil que los trabajadores puedan afrontar con éxito la necesidad de representación idónea para hacer sentir su peso en el diseño de políticas sociales que les permitirían mejorar su preparación, recibir mejores servicios para ellos y sus familias y formar parte de un sistema de escalafón que les garantice las prestaciones sociales que demanda la vida moderna.
Ese es el deplorable estado de los trabajadores, que aparte de estar pobremente representados por sus gremios, son vistos por los partidos políticos únicamente como presas del laborantismo en que se debate el ejercicio de la política en estos países nuestros.
No extraña, por tanto, que un informe divulgado recientemente por la Organización Internacional del Trabajo expresara alarma por la cada vez más baja preparación de los trabajadores latinoamericanos.
Contrasentido
Parece un contrasentido que en estos tiempos haya más presos preventivos que antes de que entrara en vigencia el Código Procesal Penal, que desmontó los criterios en que estaba basado el apremio corporal en el denominado Código de Procedimiento Criminal.
En esta etapa, según revela un trabajo publicado en el semanario impreso Clave, siete de cada diez presos son preventivos, lo que ciertamente indica un crecimiento en comparación con épocas anteriores al Código Procesal Penal.
Ese es un aspecto importante a tomar en cuenta para fines de revisión, pues contradice uno de los propósitos principales de este código, uno de cuyos principios de sustentación insiste en la preservación de la libertad individual.