Día Internacional de la
No Violencia contra la Mujer

Día Internacional de la <BR>No Violencia contra la Mujer

KEDMAY T. KLINGER BALMASEDA
El 17 de diciembre de 1999,  la Asamblea General de las Naciones Unidas declaró el 25 de noviembre como el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer; en vista que desde el año 1981  se observa esta fecha, ya que surge como conmemoración del brutal asesinato, en 1960, de las tres hermanas Mirabal, activistas políticas de la República Dominicana, por orden del gobernante dominicano Rafael Leonidas Trujillo (1930-1961).

El 20 de diciembre de 1993 se aprobó esta declaración sobre la eliminación de la violencia contra la mujer, con el fin de invitar a todos que introduzcan en ese día actividades dirigidas a sensibilizar a la opinión pública. Esto demuestra el reconocimiento y la comprensión internacional de que la violencia contra la mujer es una infracción de los derechos humanos y una forma de discriminación.

Por esta razón, en la Plataforma de Acción adoptada en la Cuarta Conferencia Mundial sobre la Mujer, celebrada en Beijing en 1995, se define la violencia contra la mujer como una de las 12 esferas de especial preocupación.

Los últimos estudios demuestran que mundialmente, por lo menos una mujer de cada tres ha sido golpeada, forzada a tener relaciones sexuales, o maltratada de alguna manera en el curso de su vida; con frecuencia el agresor es un familiar.

La violencia en el hogar (especialmente los golpes a la cónyuge), es tal vez la forma más generalizada de violencia contra la mujer. En países en que se realizan estudios fiables en gran escala sobre la violencia basada en el género, se informa de que más del 20% de las mujeres han sido víctimas de maltrato por los hombres con los que viven.

Es preciso que tengamos en cuenta que la violencia contra la mujer adopta formas diversas, incluidos la violencia en el hogar; las violaciones; la trata de mujeres y niñas; la prostitución forzada; la violencia en situaciones de conflicto armado, como los asesinatos, las violaciones sistemáticas, la esclavitud sexual y el embarazo forzado; los asesinatos por razones de honor; la violencia por causa de la dote; el infanticidio femenino y la selección prenatal del sexo del feto en favor de bebés masculinos; la mutilación genital femenina y otras prácticas y tradiciones perjudiciales.

Sin embargo, tenemos que dos de las formas más comunes de violencia contra la mujer son el abuso por parte de sus compañeros íntimos y la actividad sexual forzada, sea que tengan lugar en la niñez, en la adolescencia o en la vida adulta. Ese abuso, también conocido como violencia doméstica, maltrato, casi siempre está acompañado de abuso psicológico y, de una cuarta parte a la mitad de los casos, de relaciones sexuales forzadas. En su mayoría, las mujeres maltratadas por sus compañeros sufren agresiones en numerosas ocasiones.

Los efectos de la violencia pueden ser devastadores para la salud reproductiva de la mujer y para otros aspectos de su bienestar físico y mental. Se hace preciso emplear el soporte de los profesionales de la salud, para el necesario seguimiento que requiere la persona que pase por una situación como ésta;  en donde contando con la capacitación y apoyo de lugar en los sistemas de atención de salud, el personal sanitario puede hacer más para responder a las necesidades físicas, emocionales y de seguridad de las mujeres y niñas que sufren abusos.

Asegurémosle a esas mujeres que la violencia es inaceptable y que ninguna merece que la golpeen, abusen sexualmente de ella o le inflijan sufrimientos emocionales.

Ahora, ni los psicólogos, ni los psiquiatras, pueden transformar solos el ambiente cultural, social y legal que causa y tolera la extendida violencia contra la mujer. Se necesitan compromisos y estrategias a largo plazo en los que intervengan todos los segmentos de la sociedad. Numerosos gobiernos se han comprometido a acabar con la violencia contra la mujer. Además, las estrategias centradas en la comunidad pueden concentrarse en habilitar a la mujer, llegar a los hombres y cambiar las creencias y actitudes que permiten el comportamiento abusivo.

Kofi Annan, ex-Secretario General de las Naciones Unidas, decía:

«La violencia contra la mujer es quizás la más vergonzosa violación de los derechos humanos. No conoce límites geográficos, culturales o de riquezas. Mientras continúe, no podremos afirmar que hemos realmente avanzado hacia la igualdad, el desarrollo y la paz.»

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