Dotar al “rancho” de dignidad

Dotar al “rancho” de dignidad

El programa “Dominicana se Reconstruye” es, posiblemente, la mejor iniciativa que pudo haber tomado el Gobierno para iniciar un proceso estatal de recuperación de la economía.

Cuando el albañil trabaja, recordaba con frecuencia el veterano Joaquín Balaguer, prospera la nación, aludiendo a un refrán que atribuía a los franceses. También se expande la prosperidad cuando labora el carpintero, el plomero, el pintor, el varillero, la cocinera, el colmado de la esquina o del barrio, la ferretería, etcétera.

Ya conocen bien los economistas que la construcción es uno de los multiplicadores del crecimiento económico por excelencia.

Pero este programa “Dominicana se Reconstruye” tiene un sentido mayor en nuestra realidad, es decir, va más allá del ámbito económico.

Porque nada rescata con mayor rapidez la dignidad de una persona o de una familia que un “rancho propio”, como dicen en nuestros campos. Por eso, ese “rancho” se convierte en la principal meta de cualquier criollo, sin importar su rango social.

No se puede olvidar que detrás de la casa reparada o construida llega el agua potable, el servicio de electricidad, el servicio sanitario y la higiene.

Es como si la posesión de una vivienda digna nos acercara más a la categoría de ciudadano o ciudadana.

Por eso, exhortamos al Gobierno a empujar lo más que pueda este programa, a llevarlo bien y con equidad, a repartirlo por toda la geografía nacional y alejarlo de los miramientos partidarios tan de moda en estos días.

Necesitamos, como nación, redistribuir con más justicia la renta nacional. El último censo nacional, de 2010, arrojó que el país registra un déficit habitacional descomunal.

Tres millones y medio de hogares, pero sobre todo 1.4 millones que tienen carencias estructurales, falta de servicios básicos como saneamiento, alumbrado y abasto de agua para consumo humano.

Miles necesitan reparaciones de paredes externas, de techo y de piso. Miles también son pequeñas para albergar a un sector de la población en el que abundan las familias extendidas y las familias compuestas.

El mismo censo revelaba un detalle impropio de un país cuya economía ha crecido de manera seguida durante 50 años: entre las viviendas deficitarias hay 319 mil que son irrecuperables. Son “viviendas” porque están habitadas por familias que, de seguro, viven de manera indigna, bajo el signo del hacinamiento corrosivo.

Ojalá que este programa “Dominicana se Reconstruye” signifique que el Gobierno tiene sus miradas en sectores y personas excluidas del progreso de los últimos 50 años. Esos sectores y personas se lo merecen y también la sociedad dominicana.

Publicaciones Relacionadas