Esperanza con caridad

Esperanza con caridad

–Padre Servando, veo que tiene usted una pila grande de periódicos al lado de su escritorio. –Sí, casi todos los días leo los diarios para enterarme de los problemas que afectan a la gente. Los plátanos y los huevos suben de precio, lo mismo la gasolina y los demás combustibles; también llevo el hilo de las disputas políticas. Los periódicos nos revelan la atmósfera general de un país. Desde que metes la cabeza en una cocina, por los olores sabrás lo que vas a comer; el aire de una caseta de letrina es diferente al que se respira en la trastienda de un farmacéutico.

–Los periódicos contienen el olor de la vida social. Al cabo de varias semanas, Bartola los usa para sellar el fondo de los tanques de basura y evitar que la humedad acelere la corrosión. Lo que más me duele es ver que estamos dominados por el placer del insulto. Todos quieren ganar dinero rápidamente y empezar a vivir como si fuesen monarcas de la antigüedad. El difunto Arnulfo venía a menudo a la casa curial. Su enfermedad era grave y necesitaba hablar para no pensar demasiado en los latidos del corazón. La conversación –y la música- le hacían un efecto benéfico.

–Usted sabe perfectamente, amigo Custodio, que sufrir una enfermedad grave nos hace ver el mundo bajo una nueva óptica. ¿Hasta cuándo podré mirar la luz del amanecer, las caras de las personas que amo, las ramas de los árboles? Cosas pequeñas, en las que difícilmente reparamos, se vuelven esenciales cuando estamos enfermos. Valoramos de otro modo diminutas bellezas y placeres que teníamos por insignificantes. –Mi vida, padre, puede dividirse en dos grandes períodos: antes del tumor y después del tumor.

–Si solo leyera sermones de San Agustín y oyera música sacra todo el tiempo, me convertiría en un inútil, incapaz de ayudar a esta comunidad tan necesitada de consuelo y orientación. Pondré en un papel los diversos toques de campana como si fueran señales específicas de un telégrafo. Contrate un guardia más para el patio del almacén y proporciónele un teléfono móvil al sereno. Hablaré con Pirulo y otras personas. Estamos en apuros por falta de esperanza, caridad y organización.

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