Fractura de cadera en envejecientes

Fractura de cadera en envejecientes

La fractura de cadera es la que ocurre en la porción más cercana al tronco del hueso fémur. Se puede fracturar tanto dentro como fuera de la articulación con los huesos ilíacos. Cabe señalar que estas articulaciones soportan todo el peso de la parte superior a ellas en el cuerpo humano, por lo tanto son el apoyo imprescindible para poder caminar.

La fractura de la cadera en envejecientes representan un problema de salud mundial.

¿Es muy frecuente la fractura de cadera? Esta patología ha sido llamada la epidemia del siglo XXI, pues es bastante frecuente a medida que se progresa en edad.

Se calcula que por cada cien mil personas, cerca de cien sufren una fractura de cadera en un año. Casi 5 % de las personas mayores de 70 años han sufrido una fractura de cadera. Estas cifras son aún más altas si se analiza la población anciana que habita en instituciones residenciales.

¿Por qué se producen las fracturas de cadera en las personas mayores? Existen muchos factores que influyen para que un hueso se fracture. Podríamos separarlos en dos grandes grupos, siendo el primero la resistencia del hueso y el segundo, la energía aplicada a este para que se fracture.

La resistencia del hueso está determinada fundamentalmente por la masa ósea, es decir la cantidad de hueso de buena calidad, que tiene que ver con la densidad mineral que este contiene.

Se estima que en la tercera década de la vida se llega al máximo nivel de masa ósea, y de ahí en adelante se pierde paulatinamente hasta la menopausia, en el caso de las mujeres, y sobre los 70 años en los hombres, donde la pérdida es mucho más acentuada.

Mientras mayor sea la reserva, más resistencia tendrá el hueso al momento de recibir golpes.

Lo anterior está vinculado de alguna forma con la osteoporosis, que es una enfermedad propia de adultos mayores, en la que se pierde el calcio de los huesos, haciéndolos más frágiles y más propensos a romperse. Sin embargo, en las personas mayores, tan importante como la calidad del hueso son los golpes que se le den a este. Por eso las caídas son un factor esencial en el riesgo de padecer fracturas de cadera.

Los ancianos se caen por muchas causas, desde las alteraciones para caminar, la visión defectuosa o la falta de equilibrio, etc. hasta los accidentes producto de barreras arquitectónicas como las escaleras sin pasamanos y sin antideslizantes, los desniveles de la acera, la falta de iluminación nocturna para concurrir al servicio higiénico, etc.

Una de las principales diferencias de los ancianos respecto de los más jóvenes, es que en los primeros basta una pequeña cantidad de energía para que, en el contexto de un hueso poco resistente, se produzca la fractura.

¿Quiénes tienen más riesgos de fracturarse? Se estima que las mujeres sufren 3 veces más fracturas que los hombres, siendo, por lo tanto, más propensas. También influye la raza, pues la gente de raza negra tiene mayor resistencia que la de raza blanca.

La edad, como ya se había expuesto, es un claro elemento asociado a la presentación de fracturas, pues a mayor edad, mayor es el riesgo, y esto es para ambos sexos.

Además existe una mayor susceptibilidad para fracturarse en mujeres que tengan antecedentes familiares de fracturas de cadera. La osteoporosis y las caídas de cualquier origen completan el círculo en la producción de fracturas.

¿Cómo se puede saber si ha habido fractura?

En general, el diagnóstico de la fractura no supone mayor dificultad, pues la persona no puede caminar, presenta intenso dolor al mover el miembro inferior afectado y este toma una posición de acortamiento y rotación hacia afuera. En cualquier caso, y como de todos modos una caída debe ser valorada por un médico, el paciente debe ser trasladado a un centro asistencial para verificar el diagnóstico con una radiografía u otro método que el traumatólogo estime conveniente.

¿Cuál es el tratamiento de una fractura de cadera? Habitualmente, y salvo justificadas excepciones, el tratamiento es quirúrgico, y lo realiza un equipo de cirujanos traumatólogos-ortopedas.

Según el tipo de fractura, su localización y por supuesto, el estado del enfermo y su situación funcional previa, se llevará a cabo un tipo determinado de intervención quirúrgica, a fin de dar solidez y estabilidad a esa articulación y lograr recuperar la marcha del paciente.

De acuerdo a las mencionadas características se utilizarán diferentes tipos de técnicas para obtener el mejor rendimiento posible de esa articulación, ya sea con clavos, placas, prótesis parciales o totales de la cadera.

¿Qué riesgos existen con y sin la operación de la cadera fracturada? Indudablemente, como cualquier intervención, la cadera no está exenta de riesgos, pero la mayoría de las complicaciones, cuando ocurren, son previas al acto quirúrgico.

Consecuencias de la fractura de cadera

Las más frecuentes son: trombosis venosa o pulmonar, infecciones respiratorias y confusión mental, que debe diferenciarse claramente de la demencia, pues es reversible y probablemente es solo consecuencia de todo el estrés sufrido por el enfermo desde que se ha producido la fractura.
Si el paciente no es intervenido quirúrgicamente, salvo excepciones, no podrá volver a apoyar el miembro afectado, lo que en la práctica, y considerando que son personas con otras enfermedades, implica que probablemente no volverá a caminar.

Por eso es tan importante la situación previa a la fractura, pues permite decidir no sólo el tipo de cirugía que se va a realizar, sino a veces, determinar si se va a operar o no.
Es preciso mencionar que hay suficientes estudios que demuestran que mientras más precoz sea la intervención, mejor es el pronóstico, y también lo inverso, es decir mientras más días pasen, los pacientes tienden a ir peor, tanto funcionalmente como en la supervivencia.

¿Cómo queda un paciente después de la intervención quirúrgica? Si bien la recuperación es lenta y gradual, muchos pacientes pueden iniciar la marcha a los dos días de haberse operado.

Esto dependerá del tipo de implante colocado y del estado general del enfermo.

El buen pronóstico es directamente proporcional a la situación funcional previa de la persona, de modo que los que eran independientes para desplazarse y caminar, irán mejor que los que ya requerían ayuda o lo hacían con dificultad.

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