¿Había en realidad un “plan”?

¿Había en realidad un “plan”?

Estudiosos y cronistas de la política que pretenden ser objetivos, imparciales, desapasionados, independientes, sienten preocupación por lo que deberán relatar para el futuro respecto a lo que ocurrió con el proceso electoral del 16 de mayo de 2004 porque, mientras analistas, dirigentes políticos, periodistas, sacerdotes, ciudadanos comunes, diplomáticos y observadores internacionales afirman y reiteran que había un plan para desconocer la voluntad democrática del pueblo expresada en las urnas, impedir el triunfo de Leonel Fernández o, al menos, forzar a una segunda vuelta, otros aseguran que no había nada orquestado y que los incidentes que se dice ocurrieron son los comunes en todo proceso, irregularidades controladas, hechos aislados, simples rumores, aseguran.

Se ha llegado a cuestionar y hasta a censurar la actuación de monseñor Agripino Núñez, pese a que la comunidad nacional le reconoce como el salvador de una crisis que parecía inminente. Tildan de injerencistas sin motivo a los extranjeros que le acompañaron y califican de sumiso, débil, complaciente, al Presidente de la Junta que supuestamente pidió su intervención y los presentó para que hablaran a la nación en aparente incertidumbre, desinformada, con unos comicios presuntamente al borde del naufragio. Por el correo electrónico, prensa escrita, radio, televisión, se exponen versiones encontradas. Ruddy González escribió un pormenorizado informe en Diario@Diario que se convirtió en bomba. Todos querían recibirlo, leerlo. Fue como un toque de queda, y por otro lado, la comparecencia de Núñez Collado en El Informe, de Alicia Ortega. El televidente deseaba conocer detalles de la supuesta abortada trama. El pueblo leyó con avidez, además, un artículo de Bienvenido Álvarez Vega con una interesante cronología de lo que aconteció esa noche, que el país prácticamente desconocía. El resumen Elecciones 2004, que actualizó Roberto Rodríguez de Marchena en su Perspectiva Ciudadana, se ha convertido en material de archivo imprescindible. Todos estos trabajos dan cuenta de una supuesta intención pepehachista o perredeísta de vulnerar la voluntad popular expresada mediante el voto. Aunque al principio se dio como cierta la presunta conspiración, después han salido desmentidos y razonamientos negándola. Juan Bolívar Díaz publicó un análisis en HOY derribando uno por uno hechos que se dieron como reales. Participación Ciudadana, dice él, verificó cada denuncia y comprobó que todas eran falsas, como lo comprobaron, manifiesta, reporteros de Teleantillas y Telesistema Dominicana dispersos por el país. Los que alegan que no habría fraude ni golpe de Estado, reclaman fotos o videos como pruebas.

Esa noche, según Ruddy González y otros, el único redentor no fue monseñor Agripino, al que ha atacado de forma irreverente un nacionalista de Internet. También lo serían Rafael Suberví Bonilla y el general José Miguel Soto Jiménez, definidos por González como “los principales protagonistas que salvaron la situación”. Éstos, empero, no han hablado de su desinteresado servicio para proteger la Patria. En las mentes de muchos hay ahora dudas y mil interrogantes. ¿Entonces no hubo secuestros, robo de urnas, asaltos a los colegios electorales, amenazas a los delegados, atentados contra los jueces, ni civiles portando fusiles y armas automáticas, ni yipetas sembrando el pánico? ¿No fue cierto que colocaron bajo arresto a un vicealmirante emparentado con un líder peledeísta ni que Pepe Goico y seis gobiernistas “estaban en la otra acera” del aplomado Fello y el previsor general Soto? ¿No existieron el Plan A y el Plan B tan mencionados y narrados? ¿No pasaba nada? ¿Todo fue falsa alarma, protagonismo, pose, injerencia? Esa historia hay que escribirla y, para ser justos, honestos, neutrales, es preciso saber la verdad. ¿Aparecerá alguien bien enterado y mejor intencionado que cuente qué fue entonces lo que pasó?

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