Institucionalidad a toda costa

Institucionalidad a toda costa

Los sobresaltos de las elecciones de mayo sacaron a flote la debilidad institucional que ha vuelto quebradizo e insostenible el sistema electoral. Y esta realidad es solo un punto de inflexión, porque las fallas que aquejan a nuestro Estado están a flor de piel por todos los costados. Por esa condición endeble coexistimos en medio de múltiples prácticas políticas, sociales, económicas, ambientales y de otras índoles, divorciadas de las características esenciales de un Estado sostenible y viable.
En medio de todo, la buena señal es que empresarios, políticos en el poder y agrupaciones de buena reputación han logrado percibir la inestabilidad en que las debilidades institucionales colocan nuestra fortaleza como economía regional, las ventajas comparativas de nuestra ubicación y el “imán” conque atraemos inversión foránea y turismo. Parecería haber un consenso en el sentido de que la base institucional endeble puede hacer que todo colapse.
La nación necesita abandonar las poses de coyuntura y trabajar por un real fortalecimiento de la zapata institucional, y asumir la responsabilidad de crear y hacer que todos respeten los instrumentos jurídicos que definen el Estado organizado en todos los aspectos, libre de corruptos predilectos y figuras predestinadas al margen del ordenamiento y el decoro. Todos somos responsables del destino de la patria.

Libertad de cultos y de paz

Ninguna libertad se puede ejercer en desmedro de otras libertades o derechos. Y eso incluye a la prerrogativa que ampara la preferencia por determinados cultos religiosos. Nadie puede pretender que su derecho a profesar fe por la filosofía de su preferencia se puede ejercer de manera que perturbe el derecho a la tranquilidad de quienes no están alineados a esa fe o creencia religiosa.
Ha sido siempre un tema urticante el hecho de que algunas denominaciones religiosas recurren a las emisiones de sus mensajes por altoparlante, a niveles de volumen perturbadores de la tranquilidad de vecindarios enteros. Las reglas de convivencia social pesan lo mismo para todos, y los ruidos, que son una forma de contaminación perjudicial para la salud, no son excepción.

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