Locos por el fútbol, los iraquíes miran el Mundial a pesar de las bombas

Locos por el fútbol, los iraquíes miran el Mundial a pesar de las bombas

BAGDAD. En el Facebook café de Bagdad, pegado a la pantalla de televisión y aspirando ávidamente su narguile en esta tarde de domingo, Raad Abdel Husein tiembla tanto por «su» equipo, Holanda, como por la amenaza de las bombas. «El fútbol nos une», explica este conductor de autobús de 30 años, que se instala cada día en este café para mirar los partidos con sus amigos. «Para nosotros, es la única manera de escapar a las preocupaciones, las tensiones y el temor a lo desconocido», agrega.

«En cualquier momento puede estallar un coche o una bomba, o alguien puede entrar en el café con un cinturón de explosivos», continúa mientras mira con preocupación como Holanda va por debajo en el marcador ante México en octavos de final. Los Oranje darán la vuelta a la situación en los últimos minutos y se impondrán finalmente por 2-1. El Mundial de Brasil se juega cuando Irak, sumido desde hace varios meses en una espiral de violencia, ha sufrido en las últimas semanas una ofensiva yihadista.

Desde el 9 de junio, insurgentes sunitas liderados por combatientes del Estado Islámico de Irak y el Levante (EIIL) y aliados con tribus y exsoldados del ejército de Sadam Husein tomaron el control de una parte del territorio frente a unas fuerzas de seguridad incapaces de frenar su avance. Según cifras oficiales, cerca de 2.000 personas murieron en todo el país en junio, y más de un millón tuvieron que huir de sus hogares en lo que va de año. Pero incluso el llamamiento de un portavoz del Estado Islámico a «marchar» sobre la capital iraquí no disuadió a los habitantes de Bagdad de salir a ver los partidos de la Copa del Mundo.

Los cafés, las mezquitas, los mercados y otros lugares frecuentados son particularmente peligrosos porque son a menudo blanco de las bombas, y eso incluso antes de la ofensiva yihadista. Al menos 50 establecimientos fueron bombardeados en seis meses el año pasado. Responsables de la seguridad iraquí incluso organizaron un seminario para ayudar a los propietarios de cafés a localizar y detener a los que ponían las bombas.

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