Los próceres no ganan votos

Los próceres no ganan votos

HAMLET HERMANN
Un aspecto interesante de la campaña electoral que ahora se desarrolla en 2008 reside en que ninguno de los candidatos ha ostentado como ejemplo a seguir a un prócer de la República. Y es bueno que así sea porque deja ver un poco de sinceridad al omitir aquello en lo que no creen.

Esos candidatos han prohijado tanta corrupción y desvergüenza cuando han estado en el gobierno que no califican para poner en su boca, por ejemplo, a Francisco Alberto Caamaño Deñó o a Manolo Tavárez Justo.

Estamos en febrero, período que, desde las alturas del poder, es llamado “mes de la patria”. La bandera nacional aprovecha este período para flamear vigorosamente con la brisa de cuaresma. Dentro de esas conmemoraciones debía recordarse aquel 16 de febrero de 1973. Pero los candidatos no lo hacen porque unos y otros se proclaman a boca llena como herederos de quien, en aquella fecha, visiblemente alterado, golpeó su escritorio con la mano abierta y gritó: “¡Aquí no hay cárcel para ese hombre!” Fue entonces cuando los sicarios del padre de la democracia dominicana por obra y gracia de la politiquería, darían un balazo en la frente al ex presidente Caamaño Deñó. Alzado en armas en la cordillera Central, Caamaño había tratado de frenar al más grande patrocinador de fraudes electorales, al máximo protector de los corruptos y al mayor patrocinador de crímenes de Estado. Si los candidatos reconocieran los valores de la dominicanidad, debían recordar en este “mes de la patria” a Caamaño y a Manolo. Pero no. Esos aspirantes a encabezar el Poder Ejecutivo no quieren entender lo que significa sacrificarse por la patria.

Ellos prefieren exaltar e imitar a Balaguer en tanto fraudulento, corrupto y experto en transfuguismo. Necios algunos de nosotros que todavía creemos que esas ambiciones desmedidas pueden ponerse a un lado. ¿Por qué habrían de invocar a Caamaño o a Manolo? ¿Por sacrificar su vida para que golpismo y el despotismo de “los doce años” de Balaguer desaparecieran y disfrutáramos de la verdadera democracia? Estos ambiciosos prefieren alegar que el gobierno de Balaguer en 1973 era “legalmente constituido”. Falso de toda falsedad. Todas y cada una de las elecciones mediante las cuales Balaguer alcanzó la Presidencia de la República estuvieron teñidas de fraude y de abusos contra la ciudadanía que no se plegaba a su estilo antidemocrático de gobierno.

Las de 1966 fueron celebradas con la ominosa presencia en territorio dominicano de las tropas invasoras de Estados Unidos.

Las de 1970 y 1974 se organizaron bajo unos episodios de violencia y sangre derramada que obligaron a Juan Bosch y al Partido Revolucionario Dominicano a abstenerse de participar en esos comicios.

Las de 1986 contaron con la complicidad de un sector dentro del PRD que traicionó al Partido con tal de que su propio candidato no ganara la Presidencia.

Las de 1990 fueron manipuladas burdamente gracias a un “fraude colosal” que denunciaran entonces Juan Bosch y Leonel Fernández (¡quién lo diría!).

Y, finalmente, las de 1994, cuando el fraude electoral fue tan vulgar y desvergonzado que la intervención extranjera obligó a que el período presidencial de Balaguer fuera recortado en dos años.

A los candidatos presidenciales para nada les interesa utilizar como argumento electoral la defensa de la soberanía nacional. ¿A cuál de ellos le interesa una patria soberana? Su mentalidad prefiere ser complaciente con los embajadores estadounidenses que tanto sirven para hacer negocios personales mientras representan al imperio para luego quedarse en nuestro país disfrutando de sus fechorías.

Esos candidatos presidenciales prefieren someterse al Fondo Monetario Internacional, institución a la que sólo mueve el interés de proteger a la banca internacional, donde los políticos depositan sus riquezas mal habidas. Opta cada aspirante por plegarse al “ministerio de colonias” de la Organización de Estados Americanos que sólo ha sabido provocar daños y perjuicios a la soberanía nacional desde que fue fundada en 1948.

Después de tanta demostración de anti-valores entre los candidatos, es preferible alegrarse de que no se les haya ocurrido mencionar a Francis Caamaño, a Manolo Tavárez, a Gregorio Urbano Gilbert, o alguno de aquellos patriotas que entregaron su vida por un país donde hoy viven en la ignominia aquellos que aspiran a dirigirlo.

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