SHAOSHAN, Chine. Admiradores y nostálgicos de Mao Zedong celebran este jueves el 120 aniversario del nacimiento del revolucionario que fundó la China comunista, pero que también provocó millones de muertes en este país, dividido hoy sobre su herencia.
Miles de partidarios del «Gran Timonel», nacido en 1893, y que dirigió China durante más de un cuarto de siglo hasta su muerte en 1976, se dirigían este miércoles a su ciudad natal de Shaoshan, donde las autoridades han gastado sumas millonarias para estas festividades.
Doce décadas representan un hito simbólico en China, donde tradicionalmente el tiempo está dividido en ciclos de 60 años.
«El aniversario supone un gran día para el pueblo chino. Es la mejor fecha para expresar nuestra fe y respeto por Mao», declaró Shen Yang, un empresario de 48 años, que viajará a Shaoshan, en la provincia central de Hunan, donde el líder comunista pasó su juventud.
Pero Mao, que llevó al Partido comunista chino (PCC) a la victoria en 1949 tras una sangrienta guerra civil, es para otros chinos un tirano cuyas desastrosas campañas políticas le costaron millones de muertos al país.
Los historiadores consideran que al menos un millón de chinos murieron en el proceso de redistribución de tierras de los años 50, sin contar las purgas de opositores, reales o supuestos, destinadas a consolidar su poder.
Más sangriento aún fue el «Gran Salto hacia Adelante» decretado en 1958, para alcanzar a las economías occidentales, que dejaría en 1962 más de 40 millones de muertos, la mayoría de ellos de hambre.
Desde 1966 y durante 10 años, siguió la llamada «Revolución cultural», desencadenada por Mao para retomar las riendas del poder y eliminar a sus adversarios, sumiendo al país en una casi guerra civil que dejó medio millón de muertos solamente en el año 1967.
«El mayor error de Mao fue interrumpir la progresión de China hacia un sistema constitucional y democrático» estima el historiador Zhang Lifan en un comentario en internet, con motivo del aniversario.
«Arrastró a China a una guerra de clases y al callejón sin salida de un régimen de partido único» añade. Sin embargo el PCC sigue «utilizando a Mao como una especie de figura paterna de la revolución», y es fuente de su «legitimidad y de su discurso sobre la liberación nacional», destaca Kirk Denton, profesor de la universidad de Ohio, que llevó a cabo investigaciones en Shaoshan.
Pero si el PCC conservó el poder tras la muerte de Mao en 1976, lo hizo aplicando una política económica exactamente opuesta a la preconizada por Mao. Tras su muerte, el PCC decretó que Mao tenía la «razón en el 70%, y erró en el 30%». Su cuerpo embalsamado permanece expuesto en la plaza Tiananmen, siempre dominada por un gran retrato del Gran Timonel.
Cualquier crítica o publicación sobre Mao que se aleje de la línea oficial sigue estando prohibida. Las ceremonias en Shaoshan evocarán «una imagen impoluta de Mao, gran dirigente revolucionario», asegura Kirk Denton.
Pero las revelaciones en octubre en la prensa china del coste de las celebraciones –el equivalente de 2.500 millones de dólares– generaron duras criticas por internet, hasta que el presidente Xi Jinping pidió un homenaje «solemne, simple y pragmático».
Después de tres décadas de reformas que reintrodujeron el capitalismo en China, Mao se ha convertido en referencia para quienes lamentan el abismo que separa a ricos y pobres, así como la endémica corrupción, algo que inquieta al PCC, que intenta acallar cualquier crítica.
Según una encuesta publicada por la prensa oficial este miércoles los méritos de Mao Zedong lo colocan muy por encima de sus errores para el 85% de los chinos. Casi el 90% de las personas que integraron la muestra consideraron que «el mayor mérito» de Mao fue haber «fundado una nación independiente gracias a la revolución».