Margarita Cedeño de Fernández

Margarita Cedeño de Fernández

Voy a escribirle a una mujer extraordinaria, a un ser humano de mucha valía en su accionar, cuyas pisadas dejan tras de sí huellas de vocación de servicio, capacidad de trabajo y amor por los seres humanos. Voy a escribirle a una expresión de la gracia, el talento de la belleza, matiz de una sonrisa excepcional que regala una esperanza a los niños enfermos, que les mejora su condición, que los toca con sus dulces manos, expresión de amor, en el hospital infantil Robert Reid Cabral.

Voy a escribirle a esa dama que tan solo con mirarla se llenan de calma las arboledas y sus frutales, las montañas altas y sus picos, los ríos y los valles, los pies descalzos de nuestros olvidados, los indigentes y los maltratados, las madres solteras y sus hijos, esa dama que trabaja incansable por hacer planes y proyectos de bien.

Esa dama que aporta lo mejor de sí para ir de la palabra a los hechos, del decir a la realización.  Carismática y tierna, inteligente e intensa, hija de las entrañas mismas de su firme convicción, sabe que cuando se quiere se puede y más cuando se es alumno privilegiado de la sapiencia y la prudencia, en una sociedad donde los procesos históricos vividos en sus diferentes etapas, momentos y escenarios han determinado el comportamiento racional del pensamiento político, social y económico de los protagonistas que han incidido en la realidad del quehacer diario de los dominicanos y de sus ejes de influencia, llámese familia, sociedad, medio ambiente, etc. y más en momentos donde ha habido un relevo de generaciones con un sello bien impregnado de profundas y complejas transformaciones poco asimiladas o aceptadas por un universo importante de habitantes, donde las influencias del bajo mundo europeo, americano y hasta asiático fluyen de manera normal en el convivir de nuestros residenciales, urbanizaciones, barrios marginados, calles, callecitas, callejones, patios y orillas.

 Las desigualdades económicas, la alta tecnología y el mundo cibernético cambiaron de manera radical no solo el pensamiento de las grandes mayorías sino sus sentimientos; esto ha traído como consecuencia el desbordamiento de pasiones y de decisiones hacia caminos muchas veces de grandes éxitos tras cultivar lo positivo de estas transformaciones, pero también una esquizofrenia conductal peligrosa donde el producto final es la destrucción espiritual y la enfermedad mental de muchos de nuestros ciudadanos y más en la etapa juvenil.

Voy a escribirle con el alma a Margarita Cedeño de Fernández, a su mundo, a sus obras, a su historia; ella constituye el perfil femenino más representativo del liderazgo brillante del cielo quisqueyano en tiempos de Cristina Fernández, Hillary Clinton, Michelle Bachellet y la sucesora de Lula de Silva.

Voy a escribirle a un orgullo de la República Dominicana, voy a escribirle a Margarita Cedeño de Fernández. 

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