Merezco sólo lo mejor

Merezco sólo lo mejor

“El ignorante afirma,
el sabio duda y reflexiona”. 
 
Aristóteles
 
Pocas veces, somos realmente motivados para ser auténticos. La mayoría de las personas, en los primeros años de vida recibieron todo tipo de presiones, para que fueran diferentes de lo que en realidad son. Al pasar el tiempo, vamos construyendo una imagen de nosotros mismos que nos dice lo que podemos o merecemos tener. La conciencia de prosperidad se relaciona con el merecimiento. Quien cree que merece tener dinero, buenas relaciones o salud, lo va logrando.
 
La aceptación es el paso más importante en el proceso hacia la prosperidad. Aceptar implica sembrar en mi mente la idea de que merezco estar bien. La palabra merecer viene del latín «merescere» que a su vez deriva del latín «merere» que significa «tener mérito, ganarse». En el diccionario, merecer significa “Hacerse digno de recibir lo que corresponde”.
El merecimiento está relacionado con la autoestima. Es necesario sentirme valioso, y pensar que el bienestar me corresponde. Una persona con una autoestima sana se aprecia a sí misma. Entonces, el Universo empieza a proveerle más. La escasez de algo siempre va vinculada al miedo “a no tener”, miedo “a que no llegue”, miedo “a que se termine”, miedo a que “fracase”, y miedo a que “me haga más mal que bien”.
 
Cuando activamos un miedo, conectamos con la falta de amor por nosotros mismos, la falta de autoestima y el no merecimiento. El modo en que nos sentimos con relación a nosotros mismos afecta en forma decisiva todos los aspectos de nuestra experiencia, desde la manera en que funcionamos en las relaciones, hasta nuestro proceder como empresarios o empleados, y las posibilidades que tenemos de progresar en la vida.
 
Nuestras respuestas ante cualquier acontecimiento dependen de quiénes pensamos que somos. Los dramas de nuestra vida son los reflejos de la visión íntima que tenemos de nosotros mismos. Si enfocamos la atención en cambiar la manera en que nos vemos, en vez de tratar de cambiar los efectos, podríamos disfrutar de la prosperidad con mayor facilidad.
Con frecuencia, la clave para el éxito personal descansa en la posibilidad de ser auténticos. Muchas veces, el modelo de persona exitosa que tenemos es también una lealtad a los nuestros; la familia, la pareja, la sociedad, la cultura a la que pertenecemos, etc. ¿Cómo sanar entonces? La respuesta es: modificando la manera en que nos contamos la historia.
 
Modificar la imagen que tenemos de los acontecimientos (y de nosotros mismos) es nuestra responsabilidad. De este modo, nos otorgamos el permiso de ser quienes somos. Convertirnos en atentos observadores de nuestros pensamientos, nos permite identificar de forma fácil los juicios negativos con que muchas veces nos calificamos.
 
Las ideas condenatorias no nos sirven para cambiar, porque la crítica sin amor no genera condiciones favorables para el crecimiento, y nos hace daño, dificultándonos alcanzar el éxito que deseamos. El solo hecho de hacernos conscientes de los procesos mentales negativos basta para desactivarlos. La simple observación de nuestros pensamientos, sin intentar modificarlos, tiene un poderoso efecto sanador.
 
El Dr. Denis Waitley dijo: “Cuando visualizas, materializas. Si has estado en algún lugar con tu mente, lo estarás con tu cuerpo”. ¿No te parece genial? Acceder a la prosperidad es básicamente un proceso de sanación, en el cual vamos renunciando a nuestras viejas ideas de limitación y carencias, para reemplazarlas por ideas nuevas, que nos permitan ir disfrutando del dinero, buenas relaciones, salud, creatividad, sentimientos y pensamientos alineados con la vida, en los que experimentamos abundante bienestar.
 
¿Te das cuenta? ¡La prosperidad es un proceso! Quien no está sano por dentro no puede prosperar. Básicamente, nuestras creencias acerca del dinero están determinadas por ideas que escuchamos siendo niños. Los adultos que admirábamos nos dijeron cosas (según sus imágenes acerca de la prosperidad), que tomamos por ciertas sin cuestionarlas.
 
Así, muchas dificultades con el dinero tienen que ver con una idea muy fuerte de que hay poco dinero, de que el dinero puede dañarnos, de que debemos sacrrificarnos y trabajar duro para tener algo, o de que el dinero sólo le corresponde a unos pocos privilegiados. Si como adulto no tienes ideas sanas de prosperidad, ¡las tienes que crear!
 
El dinero no tiene valor real por sí sólo. Sólo tiene el valor que nosotros le damos. El dinero es una metáfora de cómo te ves y te valoras a ti mismo. Un 99.9% de la población en nuestro planeta ni siquiera cree que pueda hacer algo para salir de la situación que vive. Repiten las mismas elecciones que sus padres y maestros, porque le han enseñado que la vida se trata de seguir las reglas de los demás.
 
La cantidad de dinero que ganamos no es lo que determina la prosperidad. Hay gente que ganando importantes sumas de dinero, vive en carencia. La abundancia es un tema de consciencia. Muchos famosos que producen muchísimo dinero tienen deudas impagables, y al final llegan a perder todo porque los miedos, la falta de autoreconocimiento, y el no merecimiento no les permiten contener la riqueza que generaron.
 
Cuando no reconocemos que somos energía, vivimos en el paradigma de la escasez. Personas que han ganado la loto pierden el dinero rápidamente por su vibración de carencia. La abundancia, no es un tema de cantidad, sino de consciencia. No se trata de tener mucho dinero en el banco, sino de tener siempre lo que necesitamos, en el momento en que lo necesitamos.
 
La prosperidad empieza en la mente. Por ello, te invito a cuidar tus ideas, creencias y pensamientos, y sólo nutrirte con los que contengan mucha calidad energética. El escritor estadounidense Ralph Waldo emerson dijo: “Una persona es lo que piensa durante todo el día”.

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