PARIS, (AFP).- Entre uno y tres millones de personas salieron a las calles el martes en toda Francia en rechazo al polémico contrato laboral para jóvenes y desafiaron la postura inflexible del gobierno de mantener esa iniciativa, en las protestas más multitudinarias de la historia reciente del país.
Un total de 387 personas resultaron detenidas durante las manifestaciones que se sucedieron en la capital y las principales ciudades del país, pero los incidentes fueron menos violentos que en las jornadas de movilización anteriores, mientras el grueso de asistentes comenzaba a dispersarse.
Entre 1.055.000 manifestantes, según la policía, y tres millones de personas, según los organizadores, respondieron al llamamiento de asociaciones de estudiantes y sindicatos para rechazar el polémico Contrato de Primer Empleo (CPE), defendido a capa y espada por el primer ministro, Dominique de Villepin.
Se trata de una cifra histórica, proclamó el jefe del primer sindicato del país, CGT, Bernard Thibault, al anunciar una concurrencia de tres millones de personas en las protestas.
El plato fuerte fue la gran marcha de París, donde 700.000 manifestantes desfilaron entre las plazas de Italia y la República, según la CGT, mientras que la policía cifró en 92.000 el número de asistentes.
En cualquier caso, las manifestaciones del martes lograron doblar el número de personas que el pasado 18 de marzo protestaron en otra jornada en la que los estudiantes hicieron sentir su profundo rechazo a un contrato que, según consideran, vulnera sus derechos y aumenta la precariedad laboral.
Entre otros aspectos, el CPE dispone que los menores de 26 años pueden ser despedidos por las empresas en cualquier momento y sin causa en los dos primeros años de contrato.
En París, la movilización de 4.000 policías no disuadió a grupos de vándalos la mayoría ajenos a la marcha y a sus causas que, enmascarados, se lanzaron contra escaparates y jóvenes manifestantes, a quienes agredieron y robaron.
Muchos de los violentos procedían de los suburbios desfavorecidos de la capital, escenario de graves disturbios el pasado noviembre.
Pero París no fue el único foco de violencia: los vándalos provocaron incidentes en manifestaciones en todo el país, que se saldaron con 387 detenidos, aunque la policía informó de que la cifra podía aumentar en las próximas horas.
Sin embargo, los descontrolados no lograron eclipsar la movilización pacífica de estudiantes y sindicatos, juzgada crucial en la pulseada que éstos mantienen con Villepin.
Es una marea humana, afirmó el líder estudiantil Bruno Julliard.
Es impensable que el primer ministro se mantenga firme en su posición, estimó el líder de la CGT.
Hombro con hombro, funcionarios, asalariados del sector privado, colegiales y estudiantes proclamaron a los cuatro vientos su rechazo al CPE, pilar del plan de lucha contra el desempleo que defiende el gobierno.
El clamor de las manifestaciones estuvo reforzado además por las huelgas que afectaron sobre todo el sector de la enseñanza y el transporte público en 70 ciudades, entre ellas, París. En los aeropuertos, se anularon 150 vuelos.
Mientras los manifestantes exigían en la calle su dimisión, el primer ministro reiteró una vez más que no dará marcha atrás con el CPE.
Durante una alborotada sesión en la Asamblea Nacional, Villepin declaró que en la República francesa no cabe el ultimátum y volvió a ofrecer ciertos cambios en la ley, rechazados de antemano por los interlocutores sociales.
Olvide su orgullo, deje en paz a los franceses, espetó el dirigente socialista Jean-Marc Ayrault al primer ministro.
Villepin, que se juega su futuro político y su posible candidatura a las elecciones presidenciales de 2007, empieza a quedarse aislado dentro de su propio sector político.
Su rival más directo, el ministro del Interior, Nicolas Sarkozy, ha abogado por la suspensión del CPE mientras se negocia un compromiso con los sindicatos.
El presidente francés, Jacques Chirac, se mantuvo el martes en silencio, pero decidió no alejarse esta semana de París dadas las circunstancias.
Gobierno no cede
PARIS, (AFP) – El gobierno francés se mantuvo el martes firme sobre su determinación de mantener el contrato laboral para jóvenes, pese al unánime clamor de entre uno y tres millones de personas que desfilaron en Francia para exigir su retirada, en unas protestas sin precedentes en los últimos años.
Centenares de personas fueron detenidas durante las manifestaciones que se sucedieron en el país. Sólo en París, la policía arrestó a 488 vándalos, pese a que los incidentes fueron menos violentos que en las jornadas de movilización anteriores.
Entre 1.055.000 manifestantes, según la policía, y tres millones de personas, según los organizadores, respondieron al llamamiento de asociaciones de estudiantes y sindicatos para rechazar el polémico Contrato Primer Empleo (CPE), defendido a capa y espada por el primer ministro, Dominique de Villepin.
Se trata de una cifra histórica, proclamó el jefe del primer sindicato del país, CGT, Bernard Thibault, al anunciar una concurrencia de tres millones de personas en las protestas.
El plato fuerte fue la gran marcha de París, donde 700.000 manifestantes desfilaron entre las plazas de Italia y la República, según la CGT, mientras que la policía cifró en 92.000 el número de asistentes.
En cualquier caso, las manifestaciones del martes lograron doblar el número de personas que el pasado 18 de marzo protestaron en otra jornada en la que los estudiantes hicieron sentir su profundo rechazo a un contrato que, según consideran, aumenta la precariedad laboral.
Entre otros aspectos, el CPE dispone que los menores de 26 años puedan ser despedidos sin explicaciones en los dos primeros años de contrato laboral.
En París, la movilización de 4.000 policías no disuadió a grupos de vándalos la mayoría ajenos a la marcha y a sus causas que, enmascarados, se lanzaron contra escaparates y jóvenes manifestantes, a quienes agredieron y robaron.
Un policía resultó herido gravemente y fue hospitalizado a causa de una bengala lanzada por los violentos y que le impactó en la cara durante enfrentamientos en la plaza de la República.
Pero la capital no fue el único foco de violencia: Caen (oeste), Rennes (oeste), Grenoble (centro-este), Toulouse (suroeste) y Dijon (centro) registraron también incidentes.
Sin embargo, los descontrolados no lograron eclipsar la movilización pacífica de estudiantes y sindicatos, juzgada crucial en el pulso que éstos mantienen con Villepin.
Es impensable que el primer ministro se mantenga firme en su posición, estimó el líder de la CGT.
Los líderes de las cinco confederaciones sindicales remitieron el martes una carta al presidente francés, Jacques Chirac, en la que solicitaron una votación parlamentaria de una nueva deliberación de la ley de igualdad de oportunidades que excluya el CPE.
En Marsella, entre 28.000 y 250.000 personas desfilaron contra el CPE. Eran entre 31.000 y 100.000 en Burdeos; entre 42.000 y 70.000 en Nantes, y entre 30.000 y 50.000 en Rennes.
El clamor de las manifestaciones estuvo reforzado por las huelgas que afectaron sobre todo el sector de la enseñanza y el transporte público en 70 ciudades, entre ellas, París. En los aeropuertos, se anularon 150 vuelos.
Mientras los manifestantes exigían en la calle su dimisión, el primer ministro reiteró una vez más que no dará marcha atrás.
Durante una alborotada sesión en la Asamblea Nacional, Villepin declaró que en la República francesa no cabe el ultimátum y volvió a ofrecer ciertos cambios en la ley, rechazados de antemano por los interlocutores sociales.
Villepin, que se juega su posible candidatura a los comicios presidenciales de 2007, empieza a quedarse aislado dentro de su propio campo.
Su rival más directo, el ministro del Interior, Nicolas Sarkozy, quien ha abogado por la suspensión del CPE mientras se negocia un compromiso con los sindicatos, se personó en la plaza de la República, mientras las fuerzas del orden evacuaban a los últimos manifestantes.
Chirac, se mantuvo el martes en silencio, pero decidió no alejarse esta semana de París dadas las circunstancias.