Mucho amor y abundante pobreza en hogar sextillizos

Mucho amor y abundante pobreza en hogar sextillizos

En una casona de madera vieja, con el techo desvencijado y el piso de concreto roto vive junto a sus padres, cuatro hermanos y su hijo, Aracelis Guzmán Martínez, la madre de los sextillizos que nacieron el pasado domingo y quien hizo un parto inicial de octillizos, de los que primero le extrajeron a dos criaturas que estaban fuera del útero y que no sobrevivieron.

El hogar Guzmán Martínez se sustenta con el salario de dos mujeres, el de Aracelis y el de su madre Trinidad, ambas con la escala base de los suelos que se pagan en el país.

La familia afirma que el embarazo no fue por inseminación asistida, sino natural. Al inicio tuvo complicación por embarazo ectópico. Otra dificultad la ocasionó una erisipela que se le presentó a la embarazada. Le causó un cuadro febril, controlado con antibióticos.

La familia de Aracelis tiene tendencia a la multiplicidad de partos. Su bisabuela materna tuvo dos parejas de mellizos y parientes han tenido embarazos múltiples. Aracelis estuvo a punto de convertirse en la primera “octomadre dominicana”. Es la segunda del país que tiene seis bebés juntos. En La Victoria todos saben que es la mamá de los sextillizos. Desde la entrada del pueblo da referencia de su dirección en la calle La Altagracia, número 4, esquina calle Quinta, frente al parquecito de Los Vagos, distrito municipal del municipio Santo Domingo Norte.

La vivienda de tres habitaciones, pequeñas y que cuela agua de la lluvia por el zinc, que ya tiene varias tapaduras, está ubicada detrás de una caseta de madera, en peores condiciones. Una parte de la madera tiene comején y la ventana de la habitación del frente ha soltado algunas tablas. La cocina, separada de la casa, luce más estropeada.

Claman por un techo. Su familia, vecinos y amigos advierten que el espacio del hogar no es apropiado para recibir a los infantes que se encuentran en la unidad de cuidados intensivos del hospital Reinaldo Almánzar. Ella dejada del padre de su hijo mayor y de sus sextillizos y continúa separada del exmarido, que es chiripero, trabajador informar. Y, la casa tampoco pertenece a los padres de Aracelis, sino a la abuela materna, Eutemia (doña Titina), fallecida.

Se trata de un patrimonio en herencia de todos sus hijos. Le prometieron prestarle una vivienda durante un tiempo, la que requiere de reparaciones. Pero la gente teme que se piense que los sextillizos tienen casa.

Imploran a la primera dama Cándida Montilla de Medina, quien la visitó el lunes pasado y prometió ciertas facilidades, para que gestione la petición primaria: una vivienda para los niños. Reza un dicho popular por parte de los enemigos del control natal que “cada niño nace con el pan debajo del brazo”. Sin embargo, la preocupación de esta familia, según el abuelo Víctor y la tía Urany Guzmán, es pensar en la manutención de los seis angelitos, para los que habrán destinar diariamente un promedio de 52 pañales desechables, una lata de leche y todas las manos que puedan ofrecerse para el cuidado.

El drama es que Aracelis, de 32 años, segunda hija y cajera de un supermercado en los últimos tres años, no podrá trabajar, para dedicarse al cuidado de sus siete hijos.

El primogénito tiene 10 años. Urany, hermana mayor, estudia contabilidad. El tercer hermano no tiene empleo formal, la cuarta hermana se forma como agente de la Autoridad Metropolitana de Transporte (Amet) y la quinta cursa el bachillerato. El abuelo está desempleado.

La falta de dinero, dice su hermana Urany es la principal necesidad, aunque celebran como una bendición de Dios la llegada de los seis nuevos integrantes de la familia y esperan vivir la feliz historia que les tocó.

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