Si el régimen democrático está basado en premisas de igualdad de oportunidades y transparencia, y si los partidos políticos son el sostén fundamental de la democracia, no se entiende por qué anteponen tanta dificultad a la fiscalización de sus operaciones.
El doctor Roberto Rosario, presidente de la Cámara Administrativa de la Junta Central Electoral, ha afirmado que se ha descubierto que en torno a los procesos políticos hay orquestado todo un mundo empresarial, comercial y social que se opone a la regulación.
Si esto es así, y no hay motivos para dudarlo, hay que colegir que esta interacción abre la posibilidad de que se generen influencias poco transparentes en múltiples direcciones, que en algún caso pueden comprometer asuntos éticos en materia de administración del Estado.
Sin descartar que exista la afinidad por convicción de sectores económicos hacia determinados partidos, lo cual es legítimo, también hay que tener en cuenta que muchas fuerzas económicas procuran nichos de influencia a través de los partidos, sobre todo aquellos con posibilidades de ascender al poder.
El hecho de que no haya forma de supervisar determinados aspectos de la vida de los partidos, como es el caso de los orígenes de sus finanzas y la naturaleza de sus gastos, constituye una denegación de los requisitos de transparencia que deben ser observados en el régimen democrático.
Inclusive, el hecho de que el Estado financie parte de las campañas de los partidos tiene aristas éticas que deben ser bien analizadas, pues, de principio, la proporcionalidad de la financiación en función de los votos obtenidos en las elecciones primero es excluyente y, por vía de consecuencia, generadora de trato de inequidad que no le queda bien al Estado y mucho menos a la democracia.
El Estado es el primero que debe establecer reglas de equidad en cuanto a trato hacia las agrupaciones. La discriminación solo es aconsejable hacia aquellos partidos que no cumplan o violenten las reglas de equidad.
En esta materia parece que falta mucho por hacer, en aras de una democracia en la cual se impida que los partidos puedan llegar a ser instrumentos de causas pecuniarias.
Jeannette Miller
La calidad y profundidad nuevamente han hecho que Jeannette Miller trascienda como uno de nuestros más grandes valores como poeta, historiadora de arte, ensayista y narradora.
Su obra «Importancia del contexto histórico en el desarrollo del arte dominicano» es, en esta oportunidad, el aporte que le ha permitido conquistar el Premio Nacional Feria del Libro Eduardo León Jimenes.
Ella nos ha acostumbrado a verla trascender a sus propios méritos cada vez nos entrega una de sus obras. Lo ha hecho antes, a través de poesía «Fórmulas para combatir el miedo», o de «Cuentos de mujeres», de su novela «La vida es otra cosa» o de su ensayo «Historia de la pintura dominicana». Así es Jeannette Miller, única, trascendente a sí misma.