Presupuesto

Presupuesto

La aprobación sin cambios del Proyecto de Presupuesto de Ingresos y Ley de Gastos Públicos por parte de la Cámara de Diputados es algo que estaba escrito.

El pronóstico en tal sentido estuvo basado en tres premisas fundamentales, dos de las cuales, por cierto, resultan altamente delicadas en términos institucionales.

Lo primero es que la correlación de fuerzas en el Congreso está en favor de la voluntad del Poder Ejecutivo, de que se mantuviera invariable la asignación de partidas bajo el argumento de que así había sido negociado con el Fondo Monetario Internacional (FMI).

El lado delicado es que, al plegarse el Congreso a esta voluntad, queda  implícita su renuncia a la independencia que le confiere el orden institucional como primer poder del Estado, con una sensible lesión para la soberanía, por la obediencia absoluta a una imposición del FMI.

Los diputados rehuyeron su responsabilidad de someter el proyecto de presupuesto a un análisis que permitiera establecer si las asignaciones corresponderían a un interés desarrollista basado en un orden de prioridades nacionales.

 No importó si al Metro de Santo Domingo se le asignó el doble que lo asignado a la Secretaría de Agricultura, a pesar de que en los actuales momentos es necesario un decisivo apoyo a los trabajos del campo para tratar de resarcir las pérdidas ocasionadas por las tormentas Noel y Olga.

 Lo que se plantea aquí es que lo legal siempre debe guardar respeto por lo legítimo.

Aunque los  diputados actuaron dentro de la ley al aprobar el presupuesto, ignoraron que el poder delegado en ellos por los ciudadanos tiene la finalidad de someter a escrutinio los asuntos puestos en su jurisdicción sin atender a filiación partidaria o ideológica, y menos aún a la voluntad de organismos extranacionales, como es el caso del FMI.

En alguna parte de alguna ley debería estar establecida de manera explícita que todo acto, contrato o proyecto sometido al Congreso Nacional deba ser analizado de manera crítica antes de su aprobación o rechazo.

Todos deberíamos aspirar a que estas debilidades institucionales sean superadas y que el ejercicio de los poderes públicos quede por encima de las filiaciones políticas y los intereses de grupos, y solo supeditado a las prioridades de la agenda nacional.

Un alma inmensa

Es difícil calibrar en su justa  grandeza el alma de una mujer cuya vida estuvo dedicada de pleno a brindar la más pura solidaridad humana.

María de las Nieves Sierra, a quien cariñosamente todos llamaban Doña Chucha, se ha ido a los 93 años asegurándose de haber dejado inscrito su nombre en una obra de amor poco común.

“El Hogar de Doña Chucha”, que ella fundara en 1920, es un refugio que ha guardado la integridad de cientos de niñas y jovencitas desamparadas, rescatadas de los riesgos de la calle.

 Se la vio batallar sola, en medio de las más terribles precariedades, para que nada faltara en aquel paraíso de amor. Nada, en absoluto, logró mellar aquella determinación de servicio al prójimo.

¿Cómo, con cuáles medidas, se puede calibrar el alma de una mujer como esta, tan de todos y tan poco común a la vez?

Llamarla heroína sería una tímida aproximación a su grandeza.

Hoy rendimos sincero homenaje a su grandeza y expresamos nuestro hondo pesar a todas sus hijas del alma.

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