Eventos cardíacos fatales

Eventos cardíacos fatales

La revista The New England Journal of Medicine correspondiente a la última semana de agosto de 2014 nos trae un interesante estudio intercontinental que cubrió 17 países, tres de los cuales tenían ingresos altos, diez con entradas económicas moderadas y cuatro naciones con bajos ingresos.

Se analizó el número de factores de riesgo para catástrofes cardiovasculares, así como la incidencia de fatalidades en los tres grupos de países.

También se evaluó la proporción de muertes en los sectores rurales y urbanos. Sabemos de antemano que la edad avanzada, el sexo masculino, el bajo nivel educativo, la falta o poca actividad física, la dieta alta en grasas animales y carbohidratos, así como la hipertensión arterial, la diabetes, la obesidad, el fumar, las drogas y el estrés son factores contribuyentes a la morbilidad y mortalidad cardíaca.

Lo sorprendente de este trabajo, que abarcó cinco continentes, fue el hecho de ver unas naciones ricas con elevada cifra de elementos predisponentes que mostraron una baja mortalidad cardiovascular, en tanto que los países pobres y sus habitantes rurales encabezaron las estadísticas de fallecimientos cardíacos. Con una menor cantidad de causas predisponentes a enfermedades cardíacas como serían la obesidad y el estrés, asombró el que los decesos cardiovasculares en la gente pobre del campo superara a la de las naciones ricas o de ingresos medios.

Se aduce que posiblemente ello tenga que ver con el acceso a los servicios de salud y a los medicamentos, agregado a la detección temprana de los males y tratamientos oportunos y eficaces por parte de los sectores ricos y acomodados de la población. Se apoya esta tesis en el hecho de un mayor uso de fármacos preventivos de trombosis coronaria, las cirugías vasculares, un mejor control de la hipertensión arterial y una marcada reducción en el uso del tabaco.

Todo ello apunta a un mal estructural del sistema sanitario. Una cobertura universal de los servicios de salud con alta calidad impactaría positivamente en la reducción de las defunciones por males cardiovasculares. Yéndonos al plano local podemos colocar a la República Dominicana en el grupo de las naciones pobres cuyos habitantes residen mayormente en la zona urbana.

Nuestras estadísticas de Patología Forense evidencian una alta proporción de muertes súbitas en adultos asociada a enfermedad coronaria e hipertensiva, consumo de cigarrillo y alcohol, diabetes y en menor proporción a la obesidad. En muchas de estas muertes no hay historia de eventos mórbidos previos.

En los fallecimientos ligados a hipertensión arterial notamos un deficiente apego al régimen terapéutico, posiblemente debido a limitaciones financieras y educativas.

Poniendo la mirada hacia el futuro tenemos razones para ver con optimismo las esperanzas de mejora en la calidad y cantidad de vida de los dominicanos. Si reforzamos la atención primaria, agregando una cobertura universal de los servicios, sumado a una mejora en la calidad de los mismos, conjuntamente con un soporte educativo para cambiar de paradigma hacia una dieta saludable con ejercicios físicos, seguro que ello hará variar la perspectiva de vida para nuestro pueblo. Alimentación sana con atenciones sanitarias de calidad es meta alcanzable para todos en el cercano porvenir.

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