Las reclamaciones de compensación relacionadas con la muerte por exceso de trabajo o ‘karoshi’ en Japón se están incrementando a niveles sin precedentes.
Según la agencia Reuters, este fenómeno antes solo afectaba a los hombres de mediana edad, pero ahora también empieza a tocar a los más jóvenes y a las mujeres.
Japón goza de pleno empleo, su tasa de paro es del 3,3%, en su mayor parte es simplemente paro friccional, es decir, una falta de acoplamiento temporal entre la oferta y la demanda.
La demanda de trabajadores es muy superior a la oferta de los mismos.
Esta demanda se sitúa en 1,28 puestos de trabajo por cada solicitante de empleo, la más alta desde 1991, un dato que debería ayudar al primer ministro japonés, Shinzo Abe, a conseguir atraer a más personas al mercado laboral para compensar el efecto de la reducción de su población.
Sin embargo, la laxa aplicación de la legislación laboral permite que las empresas presionen más a sus empleados, desembocando en algunas ocasiones en situaciones trágicas.
Las demandas de indemnización por ‘karoshi’ alcanzaron el récord de 1.456 en un año, desde marzo de 2015 hasta marzo de este año, según Ministerio de Trabajo, con casos que se concentran en la atención sanitaria, servicios sociales, transporte y construcción.
Todas ellas áreas que tienen una escasez de personal crónica, dicen los expertos.
La demografía del país nipón no ayuda, Japón tiene unos 127 millones de habitantes, pero la fuerza laboral (personas que tienen trabajo o que están buscando trabajo mayores de 16 años) es de unos 65,2 millones de personas.