Jovenel Moïse, que debió ganar dos veces las elecciones de su país con mayoría significativa de los votos, asumió ayer la Presidencia de Haití, el país menos desarrollado del continente. Su principal reto es viabilizar la institucionalidad, consolidar un Estado y tratar de sacar a su gente de la pobreza extrema. Para esa tarea, enorme a juzgar por lo crítica que es la situación, necesitará de toda la colaboración de las fuerzas vivas haitianas, y las mejores relaciones posibles con sus vecinos más cercanos, sobre todo la República Dominicana, que es su principal socio en materia de comercio y cooperación. El hecho de haber ganado con el 55% de los votos y contar con mayoría en el Parlamento tal vez sea el principal soporte de su incipiente gestión.
A mediados de enero pasado, Moïse visitó la República Dominicana y expresó su deseo de que ambos países trabajen juntos por el progreso. La buena voluntad expresada en ese sentido mejora la posibilidad de lograr un intercambio comercial formal, ejecución de proyectos comunes y acometer de manera conjunta el desarrollo de la deprimida frontera. República Dominicana y Haití deben remover los obstáculos que dificultan el intercambio comercial, asumir en conjunto el problema migratorio sin desmedro de las respectivas soberanías. Se trata de dos Estados que comparten una isla y que, por tanto, están forzados a trabajar juntos para impulsar el progreso de ambos pueblos.

La UASD necesita una depuración

En estos días de confrontación entre autoridades y profesores de la UASD por una demanda de aumento salarial, las partes se han atribuido de manera recíproca responsabilidad por el deterioro de las finanzas de la academia. En medio de ese debate han salido a relucir situaciones como nóminas sobrecargadas y gastos excesivos que consumen buena parte de las finanzas de una academia que tiene que dar respuesta oportuna y adecuada a una población estudiantil numerosa y en constante crecimiento.
Parece que la UASD necesita hacer un ejercicio interno de depuración para detectar el origen de sus gastos y tratar de optimizar el uso de los recursos. Tal vez de ese modo sería posible mejorar el desempeño administrativo y docente de la academia, en provecho de toda la familia universitaria.