A poco de la explosión que llevó destrucción y muerte al barrio de Villas Agrícolas, ocurrieron reacciones contrapuestas: la intervención con auxilio digno y solidario de bomberos y otras autoridades y la libremente aportada por ciudadanos que se sumaron al rescate; vecinos que ayudaron a otros vecinos a resguardarse. La mala nota, la que contrastaba con la voluntad de servir, la dieron individuos que se aparecieron para saquear bienes dejados por familias que tuvieron que desalojar el sitio y que deberían ser identificados y condenados. Parecería que la desgracia saca lo bueno y lo malo de distintos espíritus; y en República Dominicana, hacen rápidas apariciones las actuaciones perversas contra el prójimo que es tocado por la fatalidad como ocurrió en Villas Agrícolas y sucede tras muchos accidentes que en carreteras dejan inermes a las víctimas.
Un vandalismo que lleva a temer que la negación de valores y los bajos instintos ganan demasiado terreno, aun cuando florezca el heroísmo con riesgo de la vida como pudo verse con el desastre del gas. Esas conductas aberrantes, que no son tan aisladas como podría suponerse, deben ser combatidas desde las enseñanzas públicas y privadas, desde los templos de todas las religiones, juntas de vecinos, clubes deportivos y sociales, sindicatos y asociaciones diversas. La parte sana de la sociedad debe hacerse sentir contra la maldad.

El país debe exportar más

Las exportaciones crecen pero de a poquito; y la gama de artículos que ahora los dominicanos venden al exterior tiene una diversidad que no existía. Pero la economía de «postres» del café, cacao, tabaco y azúcar que se consume fuera ha perdido magnitud con alguna excepción. El asunto es, y así se reclama, que debe trazarse una estrategia nacional que rompa el estancamiento a través de una conexión comercial con el exterior más favorable y permanente .

Afincar la producción en ventajas comparativas, igualar la calidad de los países que en el resto del mundo compiten con República Dominicana y equiparar con medidas locales las condiciones que permiten a los exportadores de otros orígenes depender de costos menores por materias primas, financiamientos y transporte de carga, además de recibir incentivos fiscales.