Toyota, Fiat Chrysler y Ford han anunciado inversiones millonarias en sus fábricas americanas tras las presiones del presidente electo para reforzar la industria local en detrimento de la mexicana.
El presidente electo amenazó primero a General Motors, luego a Ford y más tarde a Toyota. Siempre vía Twitter y con un denominador común: se impondrán aranceles de hasta un 35% a los automóviles hechos por los fabricantes en México para venderse luego en Estados Unidos.
Fabricar en el país azteca supone un ahorro del 40% para las marcas y, gracias al tratado de Libre Comercio, entre Canadá, EEUU y México (Nafta), pasan la aduana sin pagar ningún tipo de tasas.
Mientras en México un operario cobra entre 5 y 8 dólares la hora de salario, en Estados Unidos cobra hasta 20 dólares en las factorías de GM, Ford o FCA en Michigan.
Tras los tuits de Trump, Ford canceló una inversión de 1.600 millones de dólares en México para crear una nueva planta en San Luis Potosí. De esta cantidad, ahora 700 millones irán a la planta de Flat Rock de la firma del óvalo en Michigan. Eso sí, la marca del óvalo anunció que se llevará de EEUU al país vecino la producción del Focus, uno de sus modelos superventas a nivel global.
Ayer, Toyota explicó a través de su máximo dirigente en Norteamérica, Jim Lentz, que invertirá 10.000 millones de dólares en EEUU en los próximos cinco años, incluidas las inversiones necesarias para trasladar sus cuarteles generales a Texas. Pero no cancelará sus planes para México, ya que «son planes a medio plazo» y «debemos garantizar que nuestra compañía sea global y competitiva». Tampoco se irá de México General Motors.