Falta de alcance en las acciones

Falta de alcance en las acciones

Las políticas de apoyo al campo deben responder a metas centrales y de proyección nacional que identifiquen los problemas por regiones, cultivos y renglones de pesca y ganadería, entre otros. Con vigilancia a la insuficiencia o ausencia de riego, el mal estado de puentes y caminos y a los problemas sociales de familias para emprender soluciones. La vida rural reclama acciones abarcadoras y homogéneas. Que cuando se descubra que unas parasitosis y ciertos hongos merman el rendimiento de rebaños o diezman platanales se produzcan respuestas automáticas en muchos sitios. Las visitas «Sorpresa» tienen su mérito pero se trata de pasos aislados. Desde el punto de vista de sus partidarios y «premiados» lo que se hace tiene valor. Pero no es suficiente para la enormidad de secciones y parajes en calamidad.

Es una rutina viajera de alto costo y efecto políticamente favorable al repartidor de bondades que más que al Estado habría que agradecerla al azar: «hoy llegó él, como el maná y la suerte cambió». La etiqueta misma de «sorpresa» denota falta de planificación. Una misteriosa lotería decide la llegada sin divulgación previa de estudios para favorecer a gente que debió tener tiempo para estudiar su realidad y asesorarse sobre la agenda. Sería preferible que el Estado, leyes y programas oficiales sean exitosos a través de procesos colectivos de ejecutorias con suma de voluntades diversas y sin tanto sello personal.

Espacios para “aquí mando yo”

El Estado luce gravosamente disperso cuando organismos como la Cámara de Cuentas, que alega carecer de recursos para cumplir su papel, decide aumentar los sueldos de sus miembros sin someterse al criterio de nadie. También ocurre con otras entidades con derecho a recaudar o cobrar por sus servicios estableciendo las formas de captar recursos y gastar. La célebre discrecionalidad de organismos y ministerios de diversas áreas que se comportan como cacicazgos. El asistencialismo que encumbra figuras está parcelado. Una sola súper beneficencia recibe más recursos presupuestarios que la frontera. Áreas bien nutridas del Estado dan renombre a los personajes que las dirigen mientras la Policía Nacional carece de destacamentos decentes, y equipos para proteger a la ciudadanía. Muchos gastos públicos se emprenden medalaganariamente.

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