Falta luz, ¡cuánta oscuridad!

Falta luz, ¡cuánta oscuridad!

El Consejo Nacional de la Empresa Privada (CONEP) ha presentado un sonso documento con su posición acerca de la permanente crisis eléctrica nacional, cuyo único punto luminoso es una vaga propuesta para crear un fondo para realizar las inversiones necesarias para corregir todas las deficiencias en la distribución.

La oferta podría ser interesante, pero a mí me asombra que el CONEP, que es el organismo cúpula del empresariado dominicano, en vez de proponer más “joint-ventures” con el Estado, no asuma una vigorosa y decidida defensa de las virtudes de la inversión privada pura y simple, para que el gobierno saque las manos y las patas del negocio eléctrico.

El fracaso del sistema eléctrico dominicano tiene básicamente dos causantes. El primero es el constante irrespeto a la ley, puesto que todos los actores del sistema entraron en contubernio para ignorar y violar impunemente las disposiciones legales en que se fundamentó la capitalización iniciada durante el primer gobierno del Presidente Fernández.

Las distribuidoras decidieron ganar más dinero generando, sin invertir para reducir las pérdidas por fraude, robo o técnicas. Hoy hay más capacidad de generación en manos de antiguas distribuidoras que en manos de los generadores originales. Dos de las tres distribuidoras están re-estatizadas tras la escandalosa recompra hecha por el gobierno del Presidente Mejía.

La segunda causa del fracaso eléctrico es puramente financiera. Se pretende culpar al llamado “Acuerdo de Madrid” o al absurdo concepto de “excesivas ganancias”, cuando cualquier bobo sabe que los altos precios resultan de la incertidumbre en cuanto a cuándo se cobrará la energía generada y entregada. Actualmente, por ejemplo, a las generadoras se le debe casi US$500 millones, o sea RD$17,500 millones de pesos.

Esa es la principal razón por la cual durante más de cinco años no se ha instalado aquí ni una sola planta nueva, y hoy estamos nueva vez enfrentando déficit de generación.

Hay una descarada hipocresía de la mayoría de los actores y dolientes del sistema eléctrico dominicano, que incluye no reconocer que este país disfrutó durante los últimos 18 meses de una de las tarifas eléctricas más bajas del Caribe, por los subsidios y el congelamiento de la tarifa pese a que el petróleo llegó a más de US$150 el barril.

Lo único que salvará al sistema eléctrico es voluntad política, no sólo del Gobierno, sino de todos nosotros, y menos hipocresía.

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