La mayoría de los expertos esperan que la Reserva Federal reaccione subiendo las tasas de interés a una velocidad más rápida de lo que lo ha hecho hasta ahora para que sirvan de contrapeso a la política expansiva que aplicaría la administración de Donald Trump, con su consecuente impacto sobre la inflación interna.
Para Javier Morillas, catedrático de Economía Aplicada en la Universidad CEU San Pablo, las políticas expansivas que quiere aplicar el Presidente «pueden producir un aumento de la inflación, por lo que la Fed puede acelerar la subida de los tipos».
En la misma línea se expresa Pascual Fernández, decano del Colegio de Economistas de Madrid, que también apuesta porque la Fed «subirá los tipos más rápidamente» en el caso de que las políticas de Trump hagan crecer a la economía estadounidense «por encima de las previsiones». No obstante, Fernández no considera que una subida de tipos vaya a ser negativa para Trump: «En estos momentos el precio del dinero en Estados Unidos está prácticamente en mínimos, por lo que una subida supondría una medida suave para controlar la economía», afirma el decano. «Los tipos deberían llegar al 4% para poder afectar negativamente a las políticas de Trump», sentencia.
Pese a que la Fed puede actuar como contrapeso a su política expansionista, Trump no criticó la última subida de tipos, demostrando que ve con buenos ojos una leve subida de las tasas. Fernando Rayón, profesor de Información Económica en la Universidad CEU San Pablo, considera que «la subida de los tipos no busca actuar contra las políticas de Trump, sino que persigue controlar el crecimiento económico del país». Para Rayón, las políticas de Obama «han dado buenos resultados en lo relacionado a los datos del paro y al crecimiento de las empresas, pero han perjudicado a las clases medias», por lo que es necesario «controlar el aumento de los precios». Tanto Yellen como Trump «son conscientes de la necesidad de subir los tipos» para evitar perder el control de la inflación y que esta afecte al poder adquisitivo de los consumidores.
En lo referente a los tipos de interés Trump y Yellen sí han mostrado puntos en común, pero es en Wall Street donde existen las mayores diferencias entre ambos. El republicano es partidario de dar mayor libertad a los bancos para que el crédito vuelva a fluir como en los años anteriores a la crisis, algo que choca frontalmente con las políticas aplicadas por la Fed en los últimos años. Yellen es defensora de la ley Dodd-Frank, aprobada por Obama en 2010, que busca regular el sistema bancario estadounidense para dotarlo de estabilidad y evitar así casos como el de Lehman Brothers, que podrían arrastrar al país a una nueva crisis financiera.
Trump anunció durante la campaña electoral su intención de «desmantelar» la ley Dodd-Frank, para lo que necesita el apoyo del Congreso y el Senado.