El mundo del deporte está repleto de casos en los que atletas que hicieron fortuna terminan sus vidas en la indigencia.
Y aunque nunca ha vivido en la opulencia, Félix Díaz, el boxeador dominicano que ganó medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Beijing (2008), cuida “celosamente” cada peso que recibe, precisamente para evitar caer en la situación de muchos de sus colegas, que terminaron sus días “en la miseria”.
“El futuro es impredecible y solo Dios sabe lo que tiene reservado para cada uno de sus hijos”, expone Díaz durante una entrevista para HOY en su residencia.
“En mi caso particular no me puedo quejar de lo que (Dios) me ha dado, he sido un afortunado y he consiguido lo necesario para vivir tranquilo, junto a mi familia (esposa e hijos)”, añade el único boxeador dominicano en ganar un oro olímpico.
Como premio a su hazaña en Beijing, Díaz recibió del gobierno dominicano siete millones de pesos y una vivienda, a los que también se añadieron una jeepeta y otras recompensas procedentes de sectores del empresariado nacional.
Posteriormente, el boxeador nacido en el humilde barrio La Javilla de Sabana Perdida se decidió por dar el salto al profesionalismo (boxeo de paga) y desde su debut, el 29 de junio del 2009, hasta el momento ha celebrado un total de 22 combates, uno de ellos por la faja mundial contra Terence Crawford.
“Entiendo que Dios me ha dado más de lo que esperaba, tuve una carrera olímpica exitosa, no me puedo quejar de mi carrera como boxeador profesional, tengo una familia maravillosa. Soy un afortunado”, agrega.
Incumplimiento. Félix (Manuel) Díaz (Guzmán), con su hazaña en Beijing, se convirtió en apenas el segundo atleta de la República Dominicana en hacer sonar el himno nacional en los Juegos Olímpicos. El otro fue el velocista Félix Sánchez.
Como consecuencia de ese histórico y patriotico acontecimiento, fueron múltiples las promesas de apoyo que recibió tanto del sector público como del privado.
“La única promesa que no se ha cumplido fue la de arreglar las calles de mi barrio La Javilla, en Sabana Perdida”, se lamentó.