¿Fin del monopolio de las agencias de calificación?

¿Fin del monopolio de las agencias de calificación?

Bajas tasas de interés, banqueros ávidos de altas rentabilidades, pésima supervisión, empresas auditoras complacientes. Fueron muchas  las causas de la peor crisis financiera desde la gran depresión y a todas ellas se sumaron empresas de calificación crediticia que colocaron las más altas notas a paquetes hipotecarios que eran equivalentes a bonos basura.

La historia es bien conocida, las bajas tasas de interés estimularon la creación de derivados financieros, se facilitaron financiamientos hipotecarios dirigidos al mercado de las familias que no calificaban para estos préstamos y se combinaron agentes o corredores con poco interés en evaluar la capacidad de pago del solicitante, pues su meta era colocar la hipoteca en una entidad financiera, que a su vez tampoco le importaba mucho la capacidad de pago, pues tenía como colateral  un activo que aumentaba de valor gracias a la burbuja inmobiliaria y además, gracias al mecanismo de titularización, lograban sacar esos activos de sus balances.

En la titularización de créditos hipotecarios la entidad financiera empaquetaba un grupo de hipotecas, lo transferían a un vehículo especial fuera de su balance, los conduits o “special purpose vehicle (SPV)”,  y entonces inversionistas adquirían del vehículo el paquete garantizado por lo que se denominó mortgage-baked securities (MBS)

La ingeniería financiera no se detuvo, en los paquetes titularizados se establecieron tramos de acuerdo a la garantía en el retorno y surgieron otros derivados financieros como los CDO, estos mismos al cuadrado (CDO2), los CDO2 sintéticos y para cuadrar se inventaron los créditos default swaps (CDS), una especie de protección contra el default.

El mundo de la calificación crediticia es un monopolio de tres empresas privadas norteamericanas (S&P, Fitch y Moody’s) que manejan el 90% del mercado mundial y que fueron responsables de brindar altas calificaciones, hasta AAA, a productos tóxicos que fueron adquiridos por inversionistas en los mercados globales de capitales y esto fue el desencadenante de la más grave crisis que ha costado trillones de dólares a los contribuyentes y pérdidas de millones de empleos.

El poder de estas empresas es tal que la rebaja crediticia a un país o una empresa equivale a encarecer el financiamiento y hasta provocar la quiebra, no es accidental que la UE y los EU hayan colocado en la mira a las agencias crediticias, y en la reforma financiera de Obama se dedica todo un capítulo a regular estas entidades; pero la tapa al pomo la acaba de colocar el FMI en el informe de octubre sobre estabilidad financiera mundial, donde aborda en el capítulo tres “los usos y abusos de agencias soberanas de calificación de riesgo” y plantea: “Los reguladores deben de continuar sus esfuerzos para reducir su dependencia de las calificaciones de crédito y en la medida de lo posible eliminar o reemplazar las referencias a las calificaciones en leyes y regulaciones”

El FMI cuestiona el modelo de negocios de las agencias en las cuales son los clientes quienes pagan para obtener la calificación, reclama transparencia y mitigar los conflictos de interés.

¿Es el comienzo del fin del monopolio por parte de tres agencias de calificación?

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