Folletos diplomáticos

Folletos diplomáticos

Tal vez haya llegado el momento de desarrollar una vigorosa campaña internacional en defensa de la República Dominicana. El nuevo canciller, Andrés Navarro, ha manifestado su inconformidad frente a las últimas decisiones de la Corte Internacional de Derechos Humanos. También ha dicho que los representantes diplomáticos de nuestro país deben actuar coordinadamente, siguiendo normas fijadas por el Ministerio de Relaciones Exteriores. Una funcionaria de Amnistía Internacional acaba de declarar que la RD es uno de los países con más “apátridas”. Es curioso que el único sitio donde los haitianos se convierten en “apátridas” sea la RD; en todos los demás lugares del mundo los haitianos siguen siendo constitucionalmente haitianos.

Fundaciones privadas, organismos internacionales, oficinas de servicios estadísticos, se han ensañado contra la RD, con motivo de los problemas ocasionados por la inmigración de haitianos sin documentos. Como es de conocimiento general, el 80% de los haitianos carece de documentos de identidad. No los obtiene al nacer, ni los consigue al vivir; obviamente, tampoco los “porta” al viajar. Como consecuencia, no los puede presentar a la hora de intentar “regularizarse”. La actitud de la cancillería parece auspiciosa. Da la impresión de que terminará con muchos años de inacción e irresponsabilidad. Nos hemos vuelto el “banquito de picar” de muchos “fundamentalistas” de los derechos humanos.

Es razonable que los dominicanos defiendan su territorio, su economía, su crédito internacional. Es imprescindible editar folletos con el resumen elemental de la historia dominico-haitiana. Ningún diplomático extranjero está obligado a conocer historia universal, historia de su propio país y, además, la pequeñísima historia de una isla partida en dos por las luchas imperiales del pasado; expuesta a sufrir más por las del presente. No debe extrañar que tergiversen las realidades o expresen opiniones disparatadas.

Folletos en inglés, español, francés, alemán, los producen las empresas de turismo, los museos, las líneas de navegación aérea. ¿Por qué no la cancillería, actualmente en “emergencia diplomática”? La identidad del hombre dominicano, la historia social dominicana: militar, económica, cultural, política, presentadas en un breve ensayo, podría ayudarnos a sobrevivir amoratados por los palos recibidos. Difundir estos asuntos sería útil políticamente; y de paso, ayudarían a mejorar la autoestima de nuestro pueblo y los conocimientos del estudiantado.

 

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