FILE- In this Jan. 30, 2019, file photo specialist Jeffrey Berger works at his post as a television screen on the floor of the New York Stock Exchange shows the rate decision of the Federal Reserve. The message the Federal Reserve is poised to send on Wednesday, March 20, when its latest policy meeting ends this week is a soothing one. It reflects an abrupt shift in tone since the start of the year in the face of a slowdown in the United States and abroad, persistently tame inflation and a nervous stock market. (AP Photo/Richard Drew, File)
El Comité Federal de Mercado Abierto (FOMC) de la Reserva Federal de Estados Unidos decidió cambiar la hoja de ruta en su política monetaria al anunciar ayer que no prevé ninguna subida del precio del dinero para este año frente a las dos alzas que vaticinaba en la reunión de diciembre 2018, última en la que se publicaron previsiones.
El organismo también anunció el fin de la reducción del balance para septiembre de este año.
La Fed reconoce en el comunicado que la «información económica recibida desde la reunión de enero ha mostrado que el mercado laboral continúa fuerte pero que el crecimiento de la actividad económica se ha ralentizado respecto al sólido crecimiento del cuarto trimestre de 2018».
Durante la rueda de prensa, Jerome Powell, presidente del Sistema de la Reserva Federal, ha culpado de la desaceleración del crecimiento en EEUU a la Eurozona y China, alegando que cuando en 2017 se sincronizó el crecimiento económico mundial esto funcionó como un «viento de cola» para EEUU, pero ahora se encuentran más bien ante un «viento de cara». Por ello, Powell ha vuelto a insistir en que serán «pacientes y observadores» antes de tomar ninguna decisión.
Desde finales del año pasado, la Fed ha ido transformando su discurso.
En la reunión de diciembre de 2018 rebajó a dos (desde tres) las subidas de tipos para este año y redujo la previsión de crecimiento para 2018 y 2019.
Pero el gran cambio se produjo de enero de 2019 en adelante, cuando el banco central estadounidense apostó con vehemencia por un enfoque «paciente» y de análisis, poniendo pausa (o quizá fin) al ciclo de restricción monetaria que ya duraba tres años, marcado por nueve aumentos de tipos y el comienzo de la reducción del balance de la Fed, que ha supuesto la caída de los activos (sobre todo bonos) que el banco central acumula.